¿Por qué hablamos de él?
El Hizbulá libanés anunció el martes que había elegido a su número dos, Naïm Qassem, al frente de la formación proiraní para suceder a Hassan Nasrallah, asesinado el 27 de septiembre en un ataque israelí en los suburbios del sur de Beirut. Ante una ofensiva devastadora de Israel, decidido a neutralizar al grupo islamista chiíta, hoy se ve impulsado al frente.
¿Quién es él?
El viaje de este hombre de barba blanca y calavera ceñida por el turbante blanco del clero chiita está íntimamente ligado al de Hassan Nasrallah. Naïm Qassem fue uno de los fundadores de Hezbolá en 1982, creado por instigación de Irán tras la invasión israelí del Líbano. Y fue en 1991 cuando se convirtió en secretario general adjunto del movimiento, un año después del fin de la guerra civil en el Líbano (1975-1990).
Él y Nasrallah dirigen codo a codo una organización armada que, de década en década, gana considerablemente en influencia. Hasta convertirse en un actor clave de la geopolítica en Oriente Medio. Casado y padre de seis hijos, este licenciado en química por la Universidad Libanesa enseñó en escuelas secundarias públicas durante seis años. Nacido en 1953, publicó numerosos libros sobre educación religiosa y ensayos sobre política.
¿Qué deberíamos pensar al respecto?
Hablando francés e inglés, nacido en Beirut en una familia de Kfar Fila, una aldea en el sur del Líbano, Qassem concedía regularmente entrevistas a los medios de comunicación antes de la guerra. Pero desde la reciente escalada israelí, ya no ha aparecido en público. Menos carismático que Hassan Nasrallah, prefiere discursos con un tono sobrio, leídos en árabe clásico, a diferencia del ex líder de Hezbollah, que hablaba frente a la cámara, en feroces diatribas en dialecto libanés, a veces salpicadas de mordaz ironía.
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