Después de más de 30 años de servicio en diferentes cárceles de Occitania, David – cuyo nombre ha sido cambiado – da un testimonio sobre la poco conocida profesión de guardia penitenciario. Esto explica por su magnitud el deterioro del sistema penitenciario: por un lado, el número de personal que disminuye, por otro, el número de presos que aumenta. El ex funcionario de prisiones denuncia también el comportamiento cada vez más violento de los reclusos, frente a guardias demasiado mal formados para defenderse.
Empecé a trabajar como funcionario de prisiones en 1992. Fue un colega quien me habló de esta profesión mientras estaba de vacaciones conmigo. Me atrajo este campo porque me era completamente desconocido. ¡Me dije a mí mismo que iba a participar en el concurso y que ya vería después! Fue una nueva aventura para mí.
Mi primer día de trabajo fue un shock. Como dije anteriormente, no conocía en absoluto el ambiente carcelario, así que no tenía idea de lo que me esperaba. Comencé con una pasantía en un centro de detención. Cuando llegamos los otros estudiantes y yo, nos preguntamos quiénes eran los detenidos. Luego nos explicaron que eran personas caminando a nuestro alrededor, la verdad que nos sorprendió…
