Si las reglas del buen decir apenas soportan la imprecisión de la palabra “cosa”, el discurso filosófico (al menos desde Freud y Heidegger) es más tolerante con un término que, en alemán y en inglés, permite designar a ambos. el objeto primario en su amenazadora imprecisión y, en plural, la multitud de pequeños objetos que nos atan al mundo. En el jazz encontramos “The Foolish Things”, título de un estándar celebrado por Lester Young que evoca todas las “pequeñas cosas” del amor y, como consigna estética, lo “nuevo”, música de principios de los años 60, en En otras palabras, free jazz.
El último disco de John McLaughlin (Verve/Polygram) -al igual que su reciente grupo- se llama “The Heart of Things”, y no cabe duda de que constituye el material esencial de la gira que emprende estos días el guitarrista inglés. Decir que hay algo nuevo aquí sería muy excesivo, aunque la constitución del combo sugiere ciertas aperturas, con la llegada del saxofonista Gary Thomas, por ejemplo, un músico que ha sido comparado con Steve Coleman porque él también parecía interesado. en las sirenas urbanas del rap y el movimiento hip-hop. Cabe destacar también la presencia del bajista Matt Garrison, que es hijo del contrabajista favorito de John Coltrane.
« Héroe de la guitarra »
En general, la música actual del exguitarrista de Miles Davis remite a los cánones del “jazz-rock” más tradicional. Siempre es magníficamente virtuosa, irradia energía jazzística como si estuviera lloviendo, proyecta su precisión y su mensaje dinámico con determinación. Su estilo llamado “fusión neoyorquina” está dirigido a todos aquellos que no desesperen de que el mensaje del último Miles Davis tenga extensión.
Cuando se trata de “héroes de la guitarra”, el jazz conoce poco más que Charlie Christian, quien introdujo y revolucionó la guitarra eléctrica en la década de 1940 antes de morir prematuramente. McLaughlin siente una admiración ilimitada por él, al igual que por Django Reinhardt, de hecho. La contribución personal del fundador de la “Mahavishnu Orchestra” fue reintroducir en el jazz lo que se había exportado a la música popular, para dejar las cosas claras y las cuentas en orden.
A lo largo de su carrera, nada de lo que hizo famoso al instrumento de seis cuerdas le ha sido ajeno, desde Paco de Lucía hasta Jeff Beck pasando por Jimi Hendrix. Canoso y relajado, continúa tranquilamente su camino en el jazz actual, es decir, sin grandes esperanzas, pero tampoco con concesiones insoportables. El corazón de las cosas es quizás un latido, una pulsación, una especie de giro en el que algunas personas se reconocen.
John McLaughlin, “El corazón de las cosas”, con Debora Seffer y Thierry Maillard en la primera parte, jueves 26 de marzo de 1998, a las 21 h, en Vigean, Eysines (05.56.00.21.30).