DELIBERACIONES – Como cada año, diez críticos, reunidos en el famoso restaurante del Palais-Royal, eligieron libremente las novelas a las que concederían los grandes premios literarios de otoño.
Ese jueves el otoño había decidido no bromear. Un viento frío y húmedo barría los jardines del Palacio Real. Las hojas de los árboles empezaban a caer con fuerza. No eran pequeñas las ganas de citar el inicio de la Sobrino de Rameau : “Llueva o haga sol…” Diderot, sin embargo, no estuvo en el programa. Se trataba, como cada año, de conceder los grandes premios literarios con total libertad, sin tener en cuenta las listas oficiales. La asamblea, equipada con impermeables y paraguas, tenía diez miembros, como en Goncourt. Contemplando el tiempo, un bromista suspiró: “Parece una novela de Minuit. »
Las deliberaciones se desarrollaron como estaba previsto en Véfour, un restaurante de renombre que había acogido a Colette y Cocteau. Nuestro anfitrión, el chef Guy Martin, que nunca envejece, apareció en la foto con un delantal antes de regresar a sus fogones. Junto a él se alineó Étienne de Montety. (Fígaro literario), Nicolás…
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