El primer gran incendio que quemó 1.500 hectáreas en los Alpilles, en 1989, no causó más que confusión. El segundo, diez años después, generó conciencia. Pero fue después de 2003 cuando se inició la consulta en torno a Aureille. El pueblo de 1.575 habitantes, en el valle de Baux, se extiende sobre 2.274 ha, de las cuales el 3% se encuentra en una zona artificial. “Tenemos la Crau húmeda y seca y las estribaciones de los Alpilles, explica el alcalde, Lionel Escoffier. Los espacios Natura 2000 y otros cubren el 98% del municipio. Con una posición estratégica como ésta, estamos justo en el corazón de la biodiversidad y los riesgos.“
Además de crear espacios para reducir el impacto de los incendios provocados por el mistral, la asociación paritaria del parque natural regional de Alpilles recurrió a una tradición ancestral: el pastoreo.
Gracias al programa de financiación Life, los rebaños de cabras y ovejas han vuelto a pastar, desde hace unos diez años, en zonas abandonadas a la maleza y a los incendios.
“Las cabras complementan la trituración mecánica y es eficaz, subraya Jean-Michel Pirastru, del sindicato paritario. Hicimos cortes estratégicos de combustible, cerca del pueblo de Aureille. Resolvimos conflictos de uso con cazadores.”
Un método suave que funciona. “Modifica el comportamiento del fuego ralentizándolo“, señala Sylvaine Eze de la Dirección Regional de Medio Ambiente (Dreal). Nada lo detiene, los vientos arremolinados de 2022 lo hicieron “saltar” a las colinas. Pero los avances son reales y han permitido rehabilitar el medio ambiente.
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