Miles de civiles asesinados, violaciones “generalizadas” y otras “atrocidades indescriptibles”: “el pueblo sudanés vive una pesadilla de violencia”, añadió, “horrorizado” tanto por los ataques de las RSF contra civiles en El-Facher, Darfur, y por los de las fuerzas sudanesas en Jartum, blanco de ataques aéreos.
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Pero la población también vive una “pesadilla de hambre”, con más de 750.000 personas sufriendo una inseguridad alimentaria “catastrófica”, una “pesadilla de enfermedades” con el cólera, la malaria, el dengue o el sarampión “que se propagan rápidamente” y una “pesadilla de desplazamiento”. con más de 11 millones de desplazados, incluidos 3 millones de refugiados en países vecinos.
“Y Sudán, una vez más, se está convirtiendo rápidamente en una pesadilla de violencia étnica masiva, en particular con la dramática escalada de los combates en El Facher”, en Darfur, insistió el secretario de la ONU.
En esta región fronteriza con Chad, los yanyawid, antepasados del FSR, ya están acusados de haber perpetrado un “genocidio” a principios de los años 2000, por cuenta del entonces dictador Omar al-Bashir.
En este contexto, los sudaneses y las ONG han pedido el envío de una fuerza “imparcial” sobre el terreno para proteger a los civiles, señaló Antonio Guterres.
Pero “en este momento, no existen las condiciones para desplegar con éxito una fuerza de las Naciones Unidas para proteger a los civiles en Sudán”, aseguró, refiriéndose a “nuevos enfoques” que se adaptarían a las circunstancias.