Diapasón dorado para Isabelle Fausto

Diapasón dorado para Isabelle Fausto
Diapasón dorado para Isabelle Fausto
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Después de Locatelli, Stravinsky y Schumann, Isabelle Faust hace suyas con la misma maestría cuatro partituras de Britten.

RUn reflejo lejano de una época turbulenta, el concierto para violín de Britten (1940) habla desde los territorios de los sueños, a través de visiones inquietantes o tomando prestadas las formas del pasado. Siempre enmascarado, en definitiva. EL Moderado con moto Comienza en un lánguido crepúsculo, adornado con los suntuosos colores que Jakub Hrusa obtiene de los músicos de la Radio Bávara. El intercambio con el solista de arco no busca la superación sino el equilibrio: lo que el acompañamiento añade en lirismo y opulencia, Isabelle Fausto lo resta para aspirar a la transparencia y la sobriedad. En esta mecánica de fluidos, el desarrollo actúa como un balancín. Con gracia persuasiva, el violinista toma el control de la orquesta. Pero como la coda trae de vuelta un brillo D mayor, el deslizamiento de cuerdas dobles aquí revela arrepentimientos. Detrás de la huida, ¿un presentimiento de la caída? El parentesco con la música de Berg rara vez ha parecido tan sorprendente.

Perder mi voz

Impulsado a un ritmo impresionante provocado por timbales enojados, el Perenne central rasga el velo. La inclinación natural de Fausto tal vez no le lleva a una ferocidad desenfrenada, pero lo que le puede faltar en potencia lo compensa con las cualidades que distinguen a Bartok y Stravinsky (HM): articulación fluida, precisión de los ataques, seguridad discursiva. Encadenado a la cadencia del scherzo, el Pasacalle El final se guía así desde la oscuridad hasta la invocación del amanecer, hasta perder la voz.

Con la misma maestría se tratan dos partituras de cámara escritas para el virtuoso español Antonio Brosa, creador del concierto. Después de las nieblas de Despertar (1937), un estudio de concierto que se burla de un dedicado que se levanta tarde, es con punta seca que el violinista dibuja los pastiches del Suite op. 6 (1936), en perfecta complicidad con el piano de Alexander Melnikov. Hermano de Isabelle, el violista Boris Faust se une a ellos en un díptico inédito de 1929, caprichoso y lleno de audacia, donde un adolescente Britten saborea el tiempo del descuido.

BENJAMIN BRITTEN: Concierto para violín (la). Despertar. Suite para violín y piano op. 6b). Dos piezas para violín, viola y piano (c).
Isabelle Faust (violín), Alexander Melnikov (piano) (b, c), Boris Faust (viola) (c), Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera, Jakub Hrusa (a). SM. 2021-2022. Contrarreloj: 1h04. Diapasón dorado

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