Interferencia de medios: ¿Es la autorregulación la solución adecuada? (Opinión de Bella Kamano)

Interferencia de medios: ¿Es la autorregulación la solución adecuada? (Opinión de Bella Kamano)
Interferencia de medios: ¿Es la autorregulación la solución adecuada? (Opinión de Bella Kamano)
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Hay que recordar de entrada que la iniciativa no es nueva y que su realización podría producirse sobre las cenizas de las dos anteriores. En particular, el Observatorio guineano de deontología y ética de los medios de comunicación (OGUIDEM), que vivió dolorosamente antes de fallecer, tras un sórdido asunto que sólo sus actores pueden narrar mejor y sin contratiempos.

Unos años más tarde, otros periodistas, incluido yo mismo, tuvimos el deseo decisivo de promover su resurrección infundiéndole nueva dinámica y nuevo impulso. Así nació el observatorio guineano de autorregulación de los medios de comunicación bajo el acrónimo (OGAM). Quien también se instaló en la morgue, por falta de estrategia. Sin embargo, fue aprobado y afiliado a organismos africanos de autorregulación de los medios de comunicación.

La historia de los organismos de autorregulación de los medios se remonta a 1916, cuando los medios suecos crearon el consejo de medios que rápidamente se extendió por todo el mundo. En África, Benin es el país donde reside una de las experiencias más ricas en este ámbito, con el observatorio de deontología y ética en los medios de comunicación (ODEM), creado en 1999, y que ha sido una abundante fuente de inspiración para OGAM.

Pero en realidad, ¿qué es la autorregulación mediática de forma sencilla? Es un conjunto de mecanismos o medios puestos en marcha por los actores de la corporación para asegurar el cumplimiento de las normas, deberes, principios y valores que rigen el ejercicio del periodismo.

En otras palabras, es el autocontrol o la autocensura lo que se convierte en un tribunal de pares. Su objetivo es borrar el reconocimiento de la responsabilidad individual en favor del reconocimiento de la responsabilidad colectiva, con miras a establecer la credibilidad de los medios de comunicación.

Al tener un carácter corporativista, a veces tiende a defender sólo sus intereses en detrimento de los de la sociedad a la que se supone que deben servir. Porque los miembros del organismo autorregulador son ellos mismos jueces y partes interesadas. Lo que pone en duda su imparcialidad e independencia en el manejo de las denuncias ciudadanas.

Si la autorregulación también apunta a proteger la libertad de prensa, la independencia y la seguridad de los periodistas, no puede hacerlas efectivas. Sólo el Estado es capaz de garantizarlos a través de instrumentos e instituciones legales. De ahí el peligro de que la autocensura sea explotada por su omnipotencia. El Estado posiblemente pueda hacer esto de una manera conveniente y sumergible, porque es menos flagrante.

También cabe señalar que un organismo de autorregulación de los medios de comunicación no tiene poder legal sancionador, a riesgo de pisotear al organismo institucionalmente facultado para sancionar las faltas de un periodista. Disuade, asume, representa, forma, busca oportunidades, protege y defiende intereses comunes.

Además, el anuncio de los colegas sobre la creación de un organismo de autorregulación de la prensa privada, con motivo de la celebración de la libertad de prensa, parece menos maduro.

En la hipótesis de que actúen, el matiz entre prensa y medios exige que la autorregulación no se aplique a la prensa sino a los medios (mass media). Si esto es así, no puede haber en un mismo país un organismo de autorregulación para los medios privados y otro para los medios públicos. Debemos erradicar esta visión de iniciativa para evitar el ostracismo.

Asimismo, en cuanto al funcionamiento de la futura estructura, urge sacarlos de la amalgama que consiste en pensar que es un órgano. El Estado ya ha creado un órgano institucional a tal efecto: la Alta Autoridad de Comunicación. Más bien, es simplemente un ejemplo de autorregulación de los medios. Como todos los demás.

Podría estar previsto por la ley HAC o no. Pero necesariamente debería estar lleno de profesionales creíbles, respetados y con varios años de experiencia. Este organismo también debería, junto con el HAC, tener en cuenta varios servicios públicos, para ampliar su ámbito de influencia.

Bella KAMANO, ex vicepresidenta de OGAM

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