Los precios de transferencia, estas discretas pero poderosas palancas contables, se han convertido en uno de los métodos preferidos por las multinacionales para trasladar ganancias a jurisdicciones con bajos impuestos. Mediante una manipulación sutil, miles de millones de euros pueden escapar de las administraciones tributarias nacionales, poniendo en peligro las finanzas públicas. Para obtener más información sobre este tema, Marlyse Ndjenga, experta fiscal aprobada por Cemac y directora ejecutiva del grupo “Fiscal.com”, con sede en Camerún, República Centroafricana y Congo, nos arroja más luz.
¿Qué hay detrás de la práctica de transferencia de beneficios practicada por las multinacionales y por qué debería preocupar tanto a las empresas como a los Estados?
Para comprender mejor esta práctica de transferencia, les daré un ejemplo. Y aunque sea ficticio, será revelador y nos ayudará a comprender mejor la cosa. Tomemos el ejemplo de una empresa matriz francesa cuya única filial tiene su sede en Túnez. La filial compra componentes a 50 euros la unidad, los transforma y empaqueta por un coste total de 100 euros y luego los revende a su matriz francesa a 200 euros la unidad. La matriz, por su parte, comercializa el producto final en el mercado francés por 300 euros, con un coste adicional de comercialización de 10 euros por unidad. Supongamos que el tipo del impuesto de sociedades en Francia es del 60%. Esta tasa, por supuesto, se incrementa para ilustrar mejor el caso. Aquí está el cálculo de las ganancias antes de impuestos; Para la filial tunecina el precio de transferencia es de 200 euros a los que restamos los costes totales de 100 euros, por lo que el beneficio sería de 100 euros. Para la matriz francesa, el precio de venta sería de 300 euros a los que se restan 210 euros de costes totales y por tanto el beneficio es de sólo 90 euros. Con un tipo impositivo del 15% en Túnez y del 60% en Francia, los impuestos pagados son de 15 euros y 54 euros respectivamente. El beneficio después de impuestos asciende entonces a 85 euros para la filial tunecina y a 36 euros para la matriz francesa. A primera vista, estas transacciones parecen respetar el principio de plena competencia, ya que el precio de transferencia de 200 euros corresponde al precio de mercado. Pero imaginemos ahora que la empresa matriz decide fijar un precio de transferencia de 290 euros en lugar de 200 euros. Al aumentar artificialmente el precio de transferencia, transfiere todos sus beneficios a la filial tunecina, beneficiándose de un tipo impositivo mucho más bajo. Las ganancias entonces se gravarían al 15% en Túnez en lugar del 60% en Francia, lo que permitiría un ahorro fiscal sustancial.
¿Qué empuja realmente a estas multinacionales a adoptar este tipo de prácticas?
Simplemente para explotar la diferencia en las tasas impositivas entre los dos países. Al fijar el precio de transferencia en 290 euros, el beneficio se transfiere íntegramente a Túnez, evitando así los elevados impuestos en Francia. Esta maniobra, aunque tentadora, viola el principio de plena competencia y expone a la empresa a ajustes fiscales por parte de las autoridades nacionales. Las autoridades fiscales no se dejan engañar y a menudo corrigen las ganancias calculando las transacciones según los precios del mercado.
¿Cómo podemos ilustrar mejor la complejidad y los problemas de los precios de transferencia?
Para ilustrar la complejidad y los problemas de los precios de transferencia, me inspiraré en un extracto del folleto –control fiscal de los precios de transferencia– escrito por Abderrahim Tazi El Mezouguy. Consideremos el caso juzgado por el Tribunal Administrativo de Apelación de París en 2010, que involucraba a la empresa francesa “Technipex”. Para las empresas que no están familiarizadas con la fiscalidad, explicaré el caso de forma más sencilla: imagine que dirige una empresa en Francia que compra y vende productos a nivel internacional. Tiene una filial en otro país, digamos Jersey, un lugar con 0% de impuestos sobre las ganancias. Jersey es lo que llamamos un paraíso fiscal, es decir un país donde los impuestos son muy bajos o inexistentes. En el caso de la empresa francesa “Technipex”, ésta compró unos prismáticos militares por 46,2 millones de euros a una empresa de Jersey, llamada “Hexagon Holding Ltd”. Luego “Technipex” revendió esos mismos prismáticos por 48,4 millones de euros a la administración marroquí. Hasta ahora, esto parece ser una transacción comercial normal. Sin embargo, la investigación fiscal reveló que la empresa de Jersey, Hexagon Holding Ltd, había comprado los binoculares por sólo 20 millones de euros a otra empresa alemana, Steiner Optik. Esto significa que “Hexagon Holding Ltd” obtuvo un enorme beneficio de 26 millones de euros (46,2 millones de euros – 20 millones de euros). Ahora bien, aquí está el punto crucial: dado que Jersey no grava las ganancias (tasa del 0%), estas ganancias de 26 millones de euros no fueron gravadas en absoluto. Es como si la empresa encontrara una manera de trasladar sus ganancias a un lugar donde no pagarían impuestos. Este arreglo es posible gracias a la manipulación de los precios de transferencia, es decir, los precios a los que las empresas de un mismo grupo se venden bienes o servicios entre sí. En otras palabras, la empresa francesa podría haber comprado los prismáticos directamente a la empresa alemana por 20 millones de euros, pero al comprarlos a través de Jersey a un precio mucho más alto, gran parte de los beneficios se transfirieron a un país sin impuestos. Esto significa que la empresa francesa tiene menos beneficios imponibles en Francia, donde los impuestos son más altos, y esto le permite a la empresa pagar menos impuestos en general.
Usted menciona que los precios de transferencia son una estrategia fiscal de doble filo. ¿Puede explicar cómo las empresas pueden sortear los posibles beneficios y riesgos fiscales de ajustes fiscales severos, evitando al mismo tiempo sanciones financieras y daños a la reputación?
De hecho, como puede verse, los ejemplos anteriores muestran que los precios de transferencia no son una simple formalidad administrativa, sino una verdadera estrategia fiscal de doble filo. La manipulación de los precios de transferencia puede proporcionar importantes beneficios fiscales, pero también expone a las empresas a riesgos de graves ajustes fiscales, sanciones financieras y daños a su reputación. Para las multinacionales, el cumplimiento de las directrices de la OCDE sobre precios de transferencia y de las regulaciones nacionales locales es crucial. Sin esto, corren el riesgo de que sus ganancias sean corregidas y gravadas con tasas más altas, o incluso enfrentar investigaciones fiscales largas y costosas.
¿Qué consejo le darías a las empresas?
Los precios de transferencia pueden ser el caballo de Troya fiscal de las multinacionales, pero la administración tributaria está alerta y no duda en aplicar severas sanciones en caso de incumplimiento. Por lo tanto, las empresas deben navegar con cuidado en este complejo mar de regulaciones internacionales para evitar consecuencias fiscales desastrosas. Si volvemos al ejemplo que he mencionado, este tipo de estrategia puede parecer ventajosa para la empresa, pero en realidad es un método muy arriesgado. Las autoridades fiscales de los países miembros de la OCDE como Camerún, Túnez, Francia, Marruecos, etc. no ven esto con buenos ojos, porque reduce los impuestos recaudados en su país. Como resultado, pueden realizar investigaciones, ajustar los montos de las ganancias imponibles e imponer sanciones severas por estas prácticas. Para concluir, me gustaría llamar la atención de las empresas sobre una institución de la OCDE llamada “Inspectores Fiscales sin Fronteras”, que es una fuerza real para controlar las empresas multinacionales.
