En el Ministerio de Cultura, Rachida Dati encuentra sus expedientes pendientes – Imagen

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Antes de la dimisión del gobierno de Attal, la que fuera una de las ministras más populares contaba con importantes reformas para apoyar su candidatura a la alcaldía de París, que “siempre había tenido en mente”, según su entorno. Debido a las restricciones presupuestarias y a las elecciones legislativas anticipadas, la mayoría de los anuncios y proyectos lanzados a bombo y platillo no han visto la luz, como la fusión de la radiotelevisión pública. “Nunca se arrepiente, quería actuar”, respondió este verano el entorno de la alcaldesa del elegante distrito 7, que creció en un barrio residencial y nunca deja de señalarlo. Desde su llegada a la calle de Valois, la ex ministra de Justicia, impulsada a la primera línea de la escena política por Nicolas Sarkozy en 2007, ha podido apoyarse en su credo antiélite para cambiar las cosas. Con una mezcla de franqueza y audacia, marcó la pauta al anunciar unilateralmente el fin de una huelga de varios meses de los empleados del Centro Pompidou de París. Sin embargo, no ha conseguido proteger el presupuesto cultural, que se ha reducido en 204 millones de euros en el marco del plan de ahorro de 10.000 millones del gobierno, tras cinco años de aumentos. Entre las instituciones que han pagado el precio, la Ópera de París y la Comédie Française han perdido 6 y 5 millones de euros respectivamente. Y las perspectivas para 2025 no parecen mejores: el presupuesto cultural se mantendrá estable en términos absolutos y, por tanto, disminuirá, teniendo en cuenta la inflación, según un documento que detalla los límites de gasto previstos, recibido por las comisiones de finanzas del Parlamento el jueves pasado. Dati había hecho de la fusión de las radiodifusoras públicas (France Télévisions, Radio France, France Médias Monde – RFI, France 24 – y el Instituto Nacional del Audiovisual) su caballo de batalla, para hacer que el conjunto sea “más potente, más eficaz”, como una especie de “BBC francesa”. Pero esta reforma, prevista para 2026, se topó con una huelga y un aplazamiento del examen del proyecto de ley en la Asamblea Nacional, ya que la cuestión de la financiación sigue sin resolverse desde que se acabó el canon en 2022. Rachida Dati llegó rápidamente a donde no se la esperaba, lanzando una consulta nacional para promover el acceso a la cultura en las zonas rurales. A esto le siguió un plan, “completado desde mayo” y presentado in extremis el 11 de julio, que prevé una dotación presupuestaria de 98 millones de euros en tres años, incluidos 18 millones adquiridos para la primera fase a partir de 2024. Pretende simplificar la búsqueda de financiación gracias a “una ventanilla única” y ataca el Pass Culture, destinado a los jóvenes de 15 a 18 años, que quiere ampliar. “Ha hecho sonreír a todos los que imaginaban que no cruzaría la circunvalación”, bromea. Rachida Dati también prometió bibliotecas en las viviendas sociales y dio promesas al hip hop. “Sois cultura popular”, dijo en un programa de rap en la plataforma Twitch, popular entre los jóvenes. “Los meses que he pasado aquí me han demostrado que el acceso a la cultura debe ser (y lo confirmaré si mi misión continúa) una política soberana, que contribuye a la construcción cívica y ciudadana de los individuos”, afirmó de nuevo la ministra el 11 de julio. Dati sigue siendo investigada desde julio de 2021 por “corrupción” y “tráfico de influencias pasivo por parte de una persona investida de un mandato público electivo” en la investigación sobre los contratos celebrados por una filial de Renault-Nissan, cuando Carlos Ghosn era su director general. Niega cualquier irregularidad y pide el archivo de las diligencias por prescripción.

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