“Entre China y África, la luna de miel ha terminado”

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Xavier Aurégan. COLECCIÓN PERSONAL

Xavier Aurégan es profesor de la Universidad Católica de Lille y está especializado en las relaciones entre China y África. En junio publicó China, potencia africana. Geopolítica de las relaciones chino-africanas (Armand Colin, 272 páginas, 23,90 euros). Con motivo del Foro de Cooperación China-África (FOCAC) que se celebra en Pekín del 4 al 6 de septiembre, el especialista analiza la relación asimétrica que se ha desarrollado entre China y el continente africano.

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En su opinión, el continente africano ha sido un laboratorio para el ascenso de China en la escena internacional. ¿En qué medida?

Utilizo el término “laboratorio” porque China, bajo el liderazgo de Mao Zedong, Deng Xiaoping, Jiang Zemin y Hu Jintao, ensayó distintas modalidades de intervención internacional en África. En los años 1960, China experimentó por primera vez con la diplomacia sanitaria, enviando misiones médicas, la primera a Argelia, a Saida, en 1962. [six mois après son indépendance]Luego, ensayó la cooperación agrícola importando el modelo de granjas estatales, que fracasó por falta de inversiones. Luego, en materia de defensa, Pekín apoyó los movimientos africanos de liberación nacional en Tanzania, Angola, Guinea, Níger, etc.

Tras la muerte de Mao en 1976, Deng Xiaoping racionalizó la política exterior china y optó por un enfoque más mercantilista, creando pequeñas industrias como las de cerillas. En los años 1990, tras importantes reformas de la economía china, el continente africano se convirtió en un laboratorio para conceder líneas de financiación a los Estados socios, mientras que las grandes empresas estatales chinas se lanzaron a la conquista de los mercados internacionales. También en este caso, estos métodos se pusieron a prueba por primera vez en África.

¿Cómo definirías estas relaciones hoy?

Tras la euforia de los años 2010 que acompañó el lanzamiento del proyecto “Nuevas Rutas de la Seda” de Xi Jinping, China se enfrenta a un problema financiero: se muestra reticente a prestar dinero a los Estados africanos que tienen dificultades para devolverlo, dadas sus propias dificultades, ya sean financieras, económicas post-Covid o de seguridad. Sobre todo porque algunos proyectos, mal pensados ​​y no optimizados, ponen en tela de juicio su legitimidad.

Para los actores chinos, tanto el gobierno como los empresarios, la palabra clave es “riesgo” y se lo piensan dos veces antes de lanzarse a la escena internacional, especialmente en África. Además, las inversiones directas chinas en África siguen siendo escasas, lo que no permite una evolución significativa de la industrialización. Políticamente, no hay vuelta atrás, pero económicamente hay una especie de cautela.

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