“El error sería que la inflación cayera demasiado y se sumara una crisis a otra”

“El error sería que la inflación cayera demasiado y se sumara una crisis a otra”
“El error sería que la inflación cayera demasiado y se sumara una crisis a otra”
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yoEl éxito de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París no fue el único éxito del verano de 2024. La victoria sobre la inflación es otro éxito: a finales de agosto, el aumento de los precios en un año cayó al 1,8%, una novedad en tres años. Los economistas están convencidos: la bestia estaría efectivamente muriendo, aunque todavía podrían producirse algunas sacudidas económicas en los próximos meses.

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El principal motivo de optimismo proviene de los precios de la energía, que parecen seguir una tendencia a la baja duradera. Los precios de los servicios, los últimos en reflejar la inflación, también parecen estar calmándose más rápido de lo esperado. Así, en febrero de 2025, en pleno invierno, la inflación debería situarse entre el 0,8% y el 1%, prevé Stéphane Colliac, economista de BNP Paribas. En sus proyecciones, el Banco de Francia confirma que el índice de precios caerá por debajo del 2% durante mucho tiempo en los primeros meses de 2025.

Sin embargo, los consumidores no se hacen ilusiones. En todas partes, la historia es la misma: se habla de desinflación, pero los precios no bajan. Escépticos, los franceses siguen frenando sus gastos y prefieren seguir aumentando sus ahorros, si pueden. No son los únicos a los que les sorprende esta aparente paradoja. Dirigiéndose a los estadounidenses, “quienes se quejan de que la inflación puede estar bajando, pero los precios siguen altos”Paul Krugman, Premio Nobel de Economía 2008, recuerda en la red social X que, durante el siglo pasado, “un solo presidente [américain] experimentó una fuerte caída de los precios al consumidor. Su nombre era Herbert Hoover”Pocos quedan todavía para recordarlo, pero Hoover entró en la Casa Blanca en noviembre de 1928. Bajo su dirección, Estados Unidos sufrió la Gran Depresión de 1929, preludio del ascenso del nazismo en Europa y la Segunda Guerra Mundial…

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La referencia histórica de Paul Krugman recuerda con filigrana que si la inflación es una plaga, la deflación –la caída generalizada de los precios– es un veneno lento. Porque, ¿qué hace un actor económico cuando supone que el precio del producto codiciado bajará? Espera a que la caída se materialice. Cuando este comportamiento se multiplica hasta el infinito, la economía deja de girar. Las transacciones ya no se producen, las inversiones se congelan, las empresas pierden actividad, los salarios ya no aumentan, el desempleo vuelve a subir.

Ni demasiado ni demasiado poco

Por el contrario, la perspectiva de un posible aumento de precios, en un período de inflación moderada, incita a los agentes económicos a no retrasar sus decisiones: un resorte psicológico bien conocido por los vendedores, que no dudan en espolear al cliente indeciso anunciándole que los precios aumentarán si no finaliza su compra rápidamente.

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