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40 años después, el lado político del caso Gregory

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Éste es un aspecto rara vez discutido de esta historia tristemente ejemplar: su excesiva politización, en un contexto de ascenso del Frente Nacional. Porque 1984 no es sólo el año de la muerte de Gregory. Es también el primer gran éxito del FN: en las elecciones europeas la lista de Le Pen supera el 10%. Pero cuatro meses más tarde, el caso llegó hasta los afligidos padres, un tenor parisino, proclamado defensor de la viuda y del huérfano Henri-René Garaud. Christine y Jean-Marie Villemin no saben que este hombre amable y cálido está influenciado por la extrema derecha, que defiende a los sindicatos policiales y lucha por el restablecimiento de la pena de muerte. Garaud y los Villemin se convierten en objetivos, enemigos del bando contrario.

¿El campo de enfrente, es decir?

Bernard Laroche, delegado de la CGT de su hilandería, cercana al Partido Comunista. Se defendió en el momento de su detención por el maître Paul Prompt, abogado del PC y por el maître Gérard Welzer, presidente de la Liga de Derechos Humanos de Epinal y futuro diputado socialista. Prompt se lanza inmediatamente a una batalla política.

Y Welzer es uno de los que Jean-Marie Villemin llama “los intocables”, y jugó un papel importante en que Christine fuera acusada falsamente de la muerte de su hijo.

Esta oposición colorea la cobertura de la prensa. En 1985, tras la muerte de Laroche, los más expresivos que defendieron la inocencia de Christine Villemin y acusaron al juez Lambert fueron los títulos de extrema derecha, Minute y Le Meilleur, relevos de Me Garaud. Mientras que Libération imprime las fantasías de Marguerite Duras sobre Christine, un infanticidio “sublime, necesariamente sublime”. Aquí están los Villemin tomados como rehenes en una lucha política con la que no tienen ninguna relación.

¿Un choque que pesó en la actitud del entonces ministro de Justicia, Robert Badinter?

Actitud sorprendentemente pasiva, a pesar del caos legal y mediático. Robert Badinter siempre ha negado haber intervenido en este asunto. Pero está claro que veía a Garaud como un adversario. Y como apoyo a los policías que se manifestaron bajo sus ventanas en junio de 1983 gritando “Asesino Badinter”. En abril de 1985, cuando ya se había producido la catástrofe, cuando Bernard Laroche fue liberado pero aún acusado, recién asesinado por Jean-Marie Villemin, Robert Badinter participó en el programa L’heure de vérité, donde durante más de un cuarto de ‘Ahora Ante las preguntas de Alain Duhamel, minimiza todos los errores, todos los errores. Badinter dice estar “exasperado con el proceso que estamos llevando contra el sistema judicial. Y qué hacemos con los jueces de instrucción. » Ese día sin duda, y ciertamente los días siguientes, los Villemin pagaron caro el color político de su abogado.

¿Entonces los poderes públicos no hicieron nada para detener esta máquina infernal?

No, realmente no. Pero el milagro –y aquí os dejo el editorial– es que de este coche, Christine y Jean-Marie Villemin consiguieron escapar. Nuestro pensamiento está dirigido a ellos esta mañana, 40 años después, a esta pareja de padres y ahora abuelos, unidos por el amor, el suyo y el de su hijo desaparecido. Siempre guiados por la búsqueda de la verdad sobre el 16 de octubre. Si la justicia sigue utilizando los medios para encontrarlo, si al final lo logra… entonces será finalmente una gran victoria política.

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