La localidad ha vuelto a resultar premiada en el concurso departamental de pueblos de las flores. Un año más obtuvo el 3er premio en su categoría (301 a 500 habitantes). Premiado, sin duda, pero se palpa un poco de molestia en el ayuntamiento. “Si el año pasado fue una sorpresa, este año es una pequeña decepción”, confiesa Jean-Claude Bourgeade, el alcalde. Saluda el trabajo de Emmanuel Simmonot, el concejal municipal que trabaja voluntariamente para llevar flores al pueblo. “Emmanuel Simonnot se comprometió con la floración con plantas perennes, de 7 calidades diferentes y las mantuvo con amor. A priori, esto no agradó al jurado”. Jean-Claude Bourgeade cree que, en comparación con el año pasado, el municipio ha hecho muchos más esfuerzos. Pone la situación en perspectiva y de forma positiva: “Hay que mirar el vaso medio lleno, porque la ciudad sube al podio por vigésima vez en 25 años, incluidos dos años sin competición a causa del Covid”, confiesa. En definitiva, coincide en que el florecimiento, más allá de la competencia, “es más para nuestro pueblo, sus habitantes y sus visitantes, que aprecian la acogida y su calidad de vida”.
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