Las líneas entre los humanos y la inteligencia artificial (IA) se están desdibujando aún más. Un estudio reciente revela que los lectores tienen dificultades para distinguir la poesía generada por IA de la escrita por autores famosos. Una tendencia que intriga tanto como cuestiona la percepción artística.
Dirigido por Brian Porter y Edouard Machery, de la Universidad de Pittsburgh, en este estudio participaron 1.634 participantes. Estos debían diferenciar entre poemas escritos por gigantes literarios, como William Shakespeare o Emily Dickinson, y otros producidos por ChatGPT 3.5, una versión ahora obsoleta de la inteligencia artificial generativa de OpenAI.
Los resultados fueron sorprendentes: los participantes atribuían con mayor frecuencia los poemas de la IA a humanos. Y entre los textos menos reconocidos como “humanos”, todos procedían de poetas muy reales.
Un segundo experimento, en el que participaron 696 participantes, tuvo como objetivo evaluar 14 características de los poemas, como su calidad, belleza u originalidad. El objetivo: comprender cómo el contexto original de los textos influyó en estos juicios. Algunos participantes pensaban previamente que los poemas fueron escritos por humanos, otros por una IA, mientras que el último grupo no recibió ninguna indicación.
Los resultados muestran una clara influencia de las expectativas. Quienes creían que los textos habían sido generados por una IA calificaron con más dureza los poemas, independientemente de que en realidad fueran producidos por una máquina o no. Por el contrario, los participantes sin ninguna indicación particular tendieron a apreciar más los textos de IA.
¿Por qué tanta confusión? Los investigadores plantearon varias hipótesis. La poesía humana, a menudo densa y compleja, puede parecer incoherente, un rasgo que suele atribuirse a la IA. Por el contrario, los poemas generados por IA son generalmente más claros y accesibles. Esta simplicidad podría atraer a los lectores, que la perciben como una prueba de habilidad humana.
Los prejuicios también juegan un papel clave. Instintivamente esperamos que los humanos superen a las máquinas en estos campos artísticos. Por eso, cuando se descubre un poema fácil de entender, uno naturalmente supone que es una obra humana.
Este estudio plantea interrogantes sobre criterios estéticos y los límites de la creatividad humana frente a los algoritmos. Al traspasar los límites del arte, la IA también está redefiniendo la forma en que lo apreciamos.
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