Durante los últimos quince años, hemos visto un aumento extraordinario en el uso del espacio, que afecta tanto al sector público como al privado. En este período se produjo un importante despliegue de nuevas constelaciones de satélites para fines como la navegación, la observación de la Tierra y las telecomunicaciones. A finales de 2022, el número de satélites operativos en órbita alrededor de la Tierra había aumentado a alrededor de 6.700, el doble de lo registrado en 2020.
En los países de la OCDE, estos sistemas espaciales desempeñan un papel fundamental. Apoyan a más de la mitad de la infraestructura y los servicios críticos en sectores como el transporte, la energía, el suministro de alimentos y la aplicación de la ley. Estos sistemas también son esenciales para enfrentar los desafíos globales. Por ejemplo, las observaciones espaciales proporcionan más de la mitad de las variables climáticas clave utilizadas para monitorear el cambio climático, como la temperatura de la superficie del mar, el color del océano, la cobertura terrestre y las capas de hielo. En los países en desarrollo, la tecnología espacial es esencial para monitorear el medio ambiente, los bosques y la producción de alimentos, y contribuye a la prevención de desastres y la respuesta de emergencia. También desempeña un papel vital en la prestación de servicios de comunicación a través de televisión y radio por satélite.
