El crecimiento de nuestros dientes se produce día tras día en estrías que aparecen desde nuestro nacimiento -y a veces incluso un poco antes- en el esmalte y la dentina. Proporcionan información sobre la velocidad a la que se forman nuestros dientes. Visibles en secciones al microscopio, pueden detectarse mediante potentes rayos X como los producidos por la Instalación Europea de Radiación Sincrotrón (ESRF) en Grenoble. Esta herramienta fue utilizada por un equipo internacional para analizar el desarrollo de los dientes de un representante del género. Homo. Encontrado en el sitio de Dmanissi, Georgia, el fósil data de hace aproximadamente 1,8 millones de años. Los resultados se presentan en la revista. Naturaleza desde el 14 de octubre.
Los primeros datos se recogieron en 2006. “Descubrimos que la maduración de las coronas de los molares era más rápida que cualquier cosa conocida, tanto en chimpancés como en humanos modernos. Fue tan inesperado que pensamos que estábamos equivocados”afirma Paul Tafforeau, del ESRF, que realizó estos análisis. Los avances en el instrumento y en las herramientas de visualización sólo han confirmado los primeros resultados, lo que llevó a los investigadores, después de dieciocho años de dudas, a presentar sus resultados a sus pares.
Determinaron que en el momento de su muerte, el individuo D 2700/D 2735 de Dmanissi tenía poco más de 11 años, se acercaba a la madurez dental y ya había erupcionado las muelas del juicio. Una cronología cercana a la que observamos en grandes simios como los chimpancés. Por otro lado, al igual que en los humanos, los dientes posteriores quedaron rezagados en su desarrollo con respecto a los dientes frontales. “Esto sugiere que los dientes de leche se usaron durante más tiempo que en los grandes simios [chez qui leur chute marque l’âge adulte]y que los hijos de Homo Los antiguos dependían del apoyo de los adultos durante más tiempo que los grandes simios”.explica Marcia Ponce de León (Universidad de Zurich, Suiza), coautora del estudio, en un comunicado de prensa.
Motor escalable
La hipótesis es que esta infancia prolongada –en comparación con la de los grandes simios– habría servido para recoger los conocimientos transmitidos por los adultos, los padres e incluso los abuelos. Un fenómeno que habría ocurrido “antes de cualquier crecimiento sustancial en el tamaño del cerebro” de estos homínidos, escriben los investigadores. Contra lo que se suele afirmar, creen que no es el crecimiento del cerebro lo que ha provocado la prolongación de la infancia, sino que es ésta la que la ha precedido e iniciado, mediante un fenómeno de “evolución biocultural”.
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