El colapso de AMOC podría tener consecuencias desastrosas

El colapso de AMOC podría tener consecuencias desastrosas
El colapso de AMOC podría tener consecuencias desastrosas
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El calentamiento global sigue deparándonos sorpresas. ¿El último? Un riesgo inminente de ver el colapso de uno de los principales impulsores de nuestro clima: la Circulación de Inversión del Atlántico Sur (AMOC). Esta gigantesca cinta oceánica, que transporta calor desde los trópicos a Europa, podría efectivamente detenerse, lo que hundiría a muchas regiones del planeta en un caos climático. Las consecuencias serían particularmente dramáticas para las regiones tropicales donde los monzones, vitales para la agricultura y el suministro de agua, se verían radicalmente perturbados durante al menos cien años.

AMOC, un motor climático en peligro

La AMOC (o Circulación de Retorno del Atlántico Sur) es mucho más que un simple “aire acondicionado”: ​​es un sistema complejo de corrientes oceánicas que desempeña un papel crucial en la regulación del clima global. Piense en ello como una gigantesca cinta de correr líquida. que transporta calor y nutrientes a través del Océano Atlántico.

La AMOC está impulsada por la diferencia en la densidad del agua: las aguas cálidas y saladas del Atlántico tropical, menos densas, suben hacia la superficie hacia el norte, mientras que las aguas frías y más densas del Ártico se hunden en las profundidades. Este movimiento incesante, comparable a una inmensa bomba, redistribuye el calor en la superficie del planeta e influye en los patrones de precipitación.

Sin embargo, este frágil equilibrio se ve socavado por la calentamiento global. El acelerado derretimiento de glaciares y casquetes polares, particularmente en Groenlandia, está provocando una afluencia masiva de agua dulce al Atlántico Norte. Esta agua dulce, menos densa que el agua salada, diluye el agua superficial y ralentiza así el proceso de inmersión del agua fría. Es entonces como si vertiéramos agua dulce en un vaso de agua salada: la densidad disminuye y el agua tiende a permanecer en la superficie. De manera similar, la afluencia de agua dulce al Atlántico Norte reduce la densidad de las aguas superficiales, debilitando así el motor del AMOC.

La Corriente del Golfo es visible en este mapa (rosa claro) gracias a datos satelitales que registran las temperaturas de la superficie del mar. Créditos: NASA Earth Observatory.

Consecuencias devastadoras para los monzones tropicales

Las consecuencias de un colapso de la AMOC serían considerables, particularmente para Europa. Sin embargo, recientemente un estudio se centró más en las regiones tropicales. EL monzonesDe hecho, estos vientos estacionales que traen abundantes lluvias están estrechamente relacionados con la circulación oceánica. El calor transportado por la AMOC influye en la temperatura del océano y por tanto en la formación de zonas de convergencia intertropical (ZCIT) donde se concentran las precipitaciones.

Si la AMOC se debilita, el calor transportado hacia el norte disminuirá, lo que provocará que el Atlántico Norte se enfríe. La ZCIT se desplazará entonces hacia el sur, modificando así los patrones de precipitaciones en muchas regiones del planeta. Según los científicos, las temporadas de lluvias podrían acortarse y ser menos intensas en África occidental, India y Asia oriental. lo que pondría en peligro la agricultura y el suministro de agua de millones de personas. Además, la selva amazónica, el pulmón del planeta, podría sufrir una temporada de lluvias retrasada y menos abundante con consecuencias potencialmente desastrosas para este frágil ecosistema.

Los investigadores también señalaron que los efectos de un colapso de AMOC podrían ser irreversibles para al menos un siglo. Incluso si las emisiones de gases de efecto invernadero se redujeran drásticamente, el sistema climático tardaría mucho tiempo en recuperar el equilibrio.

¿Un cambio irreversible en el horizonte?

Los científicos también advierten sobre un punto de inflexión crítico que podría alcanzarse antes de lo esperado. Según algunos modelos recientes, el colapso de la AMOC podría ocurrir ya a mediados de este siglo si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan creciendo al ritmo actual. Este escenario pesimista podría precipitar cambios climáticos repentinos e impredecibles, que afectarían no sólo a las regiones tropicales, sino también a los ecosistemas marinos, el aumento de los océanos y la estabilidad de las corrientes atmosféricas. Este cambio no sólo sería un desafío para la ciencia, sino también un llamado urgente a revisar las políticas climáticas globales para mitigar los impactos de tal catástrofe.

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