Están sucediendo cosas en el cielo. Estudios recientes muestran que una explosión de rayos X podría cambiar la trayectoria de un asteroide. Esta hipótesis fue probada en el laboratorio donde los investigadores bombardearon un objetivo en miniatura, del tamaño de una canica, con rayos X, simulando el efecto de una explosión nuclear en el espacio. El material vaporizado por esta explosión actúa como propulsión que empuja al asteroide en dirección opuesta, validando las teorías que predecían tal efecto de desviación.
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Las técnicas de desviación de asteroides también se exploraron con la misión DART de la NASA en 2022. Durante esta prueba a gran escala, una nave espacial chocó con un asteroide de 160 metros de ancho, alterando ligeramente su trayectoria. Sin embargo, este método podría resultar ineficaz contra asteroides mucho más masivos, como Chicxulub, que provocó una extinción masiva hace 66 millones de años. En este contexto, se podría considerar una explosión nuclear para asteroides más grandes, especialmente si hay tiempo suficiente para implementar esta solución.
Los experimentos de los Laboratorios Nacionales Sandia muestran que una bomba nuclear, al explotar cerca de un asteroide, podría modificar significativamente su trayectoria. En ausencia de atmósfera en el espacio, no habría ondas de choque ni bolas de fuego, sino sólo rayos X que vaporizarían la superficie del asteroide, creando una reacción de propulsión. Los investigadores estiman que una bomba de un megatón, que explotara a varios kilómetros del asteroide, podría ser suficiente para desviar un asteroide de cuatro kilómetros de diámetro si la amenaza se detecta a tiempo.
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Simulaciones por computadora e investigaciones adicionales respaldan estos resultados. Para perfeccionar estas estrategias, la misión Hera de la Agencia Espacial Europea observará más de cerca el asteroide Dimorphos, impactado por DART, para comprender mejor la estructura y fuerza de los asteroides.
Estos estudios tienen como objetivo preparar a la humanidad para diversos escenarios de impacto, reconociendo que cada asteroide es único y puede requerir métodos de intervención específicos. Pero nada nos impide estudiar la cuestión y “prepararnos para todos los escenarios”, porque, como explica Nathan Moore, “la mayor incertidumbre en este momento” es que los asteroides “son de todo tipo”, como informa la Unión.
