La sonda Voyager 1 tiene nuevos problemas de comunicación (y calentamiento)

La sonda Voyager 1 tiene nuevos problemas de comunicación (y calentamiento)
La sonda Voyager 1 tiene nuevos problemas de comunicación (y calentamiento)
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Ésta es sin duda la misión no tripulada a la que más apegados estamos. Las legendarias Voyager 1 y 2 cerraron de alguna manera la edad de oro del espacio, cuyo acontecimiento culminante fue la llegada del hombre a la Luna, y comenzaron la era de la robótica espacial que los rovers Curiosity y Perseverance llevaron a lo más alto. Después de describir la situación, veremos a continuación por qué estas misiones nos son tan queridas.

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¡La comunicación de la Voyager 1 con la Tierra está en peligro!

Esto es lo que pasó. El 16 de octubre, el equipo de vuelo del Jet Propulsion Laboratory (JPL) envió una orden para encender el calentador de la nave espacial. Pasan 23 horas para que la señal recorra 24 mil millones de kilómetros, y otras 23 horas para que una señal de regreso regrese a la Tierra.

El 18 de octubre, cuando debía llegar la señal de retorno, los equipos de Deep Space Network (DSN) esperaron en vano: la Voyager 1 permaneció en silencio. Los equipos suponen que el control de la calefacción debe haber puesto el sistema en modo de fallo y que se envió una señal ligeramente degradada. Más tarde, encuentran la señal enviada por la Voyager. Valoran que la máquina, a pesar de la avería, parece estar en condiciones estables.

El 19 de octubre no llegó ninguna otra comunicación a la NASA. Se decidió entonces cambiar la Voyager 1 a un modo de comunicación que consume menos energía: el radiotransmisor de banda S (13 cm), en detrimento de la banda X (Super Alta Frecuencia de 3,6 cm) que el sistema parece haber cortado él mismo. ¡La banda S es una señal mucho más débil, no utilizada desde 1981, cuando la Voyager 1 estaba 24 veces más cerca de la Tierra! Los equipos temieron entonces que la señal S no fuera detectable, pero finalmente fue capturada por el DSN.

El 22 de octubre, se envió un comando de banda S a la Voyager para verificar que la comunicación funcionaba correctamente. Desde entonces, los equipos han tratado de comprender exactamente qué causó la falla y, con suerte, devolver la Voyager 1 a su estado operativo nominal, o al menos a su estado previo a la falla.

Hay un poco de todos nosotros en la Voyager…

Y si estamos tan unidos sentimentalmente a estas dos máquinas de 700 kg, que se fueron hace 47 años y que nunca volverán, es por dos motivos principales:

  • Cada uno se lleva un disco, los Discos de Oro, y mensajes que nos sobrevivirán. Hay una especie de poema de la Tierra y de la Humanidad que transporta al silencio negro y sofocante del espacio profundo el canto de un ruiseñor, el de los pigmeos del Zaire, el vaivén de las olas, el chasquido del beso de una madre a su hijo, e incluso el choque de un Saturn V al despegar. Es una apuesta segura que tras la desaparición de la última forma de vida en la Tierra dentro de mil millones de años, estos discos continuarán su viaje que el vacío no detiene. Así que hay un poquito de nosotros, un eterno o casi nosotros, en el Universo.

  • Las Voyager 1 y 2 son los artefactos humanos más alejados de la Tierra (incluso se dice que “abandonaron” el Sistema Solar, ver el cuadro a continuación). Una única comunicación con ellos, un mensaje de ida y vuelta, tarda como hemos visto 46 horas. Todavía necesitamos poder capturar esta señal…

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