¿Por qué los planetas del universo son redondos y no cuadrados?

¿Por qué los planetas del universo son redondos y no cuadrados?
¿Por qué los planetas del universo son redondos y no cuadrados?
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La observación del cielo nocturno revela que las estrellas, en particular los planetas, comparten una característica común: su forma redondeada. Esta uniformidad plantea naturalmente la pregunta de por qué planetas ¿Son redondos en lugar de alguna otra forma? La explicación se basa en principios físicos y astronómicos fundamentales, incluida la gravitación y la fuerza centrífuga.

La influencia de la gravedad en la forma de los planetas.

La gravedad juega un papel clave en la adquisición de la forma esférica de un planeta. Una vez que un cuerpo celeste alcanza un tamaño crítico, su propia gravedad comienza a tirar de todos sus componentes hacia su centro de masa con una fuerza uniforme. Este fenómeno hace que el cuerpo se moldee con una forma que minimice el potencial gravitacional, lo que da lugar a una esfera. La razón por la que se favorece esta forma se debe a la forma en que funciona la gravedad: atrae cada partícula hacia el centro, produciendo así una distribución simétrica de toda la materia. Por ejemplo, el Tierraa pesar de su rotación, mantiene una forma redonda general porque la fuerza dirigida hacia su centro de masa equilibra la proyectada hacia afuera por la rotación.

Comparación entre masas celestes pequeñas y grandes

Es fascinante observar que este principio no es universal para todos los cuerpos en el espacio. Los asteroides o cometas, a menudo de forma irregular, no ejercen suficiente fuerza gravitacional para formar una esfera. Esto pone de relieve que la gravedad necesaria para inducir una forma esférica sólo se vuelve significativa cuando la masa del objeto alcanza un cierto umbral, como es el caso de los grandes planetas como Júpiter o Saturno. Estos gigantes gaseosos, con una masa particularmente grande, presentan una forma muy cercana a la de una esfera perfecta.

Fuerza centrífuga y aplanamiento de polos.

Si bien se comprende que la gravedad tiende a darles forma esférica a los planetas, también es esencial examinar la influencia de fuerza centrífuga. Debido a la rotación del planeta alrededor de su eje, esta fuerza actúa perpendicular al eje de rotación y tiende a empujar la materia hacia el ecuador. Este fenómeno crea un aplanamiento en los polos y genera lo que llamamos un “elipsoide de revolución”. Tomemos el ejemplo de la Tierra: aunque en general es redonda, está ligeramente aplanada en los polos y abultada en el ecuador. Este efecto es aún más marcado en planetas que giran muy rápidamente, como Júpiter.

Diferencias según la velocidad de rotación.

El impacto de la velocidad de rotación sobre la forma de un planeta te invita a comparar diferentes planetas del sistema solar. Cuanto más rápido gira el planeta, mayor es la fuerza centrífuga, aumentando así el achatamiento observado. Saturno, por ejemplo, que tiene el día más corto del sistema solar con alrededor de 10,7 horas terrestres, muestra un notable aplanamiento, visible incluso con telescopios de aficionados. Este marcado contraste con cuerpos más lentos como Venus ilustra claramente cómo la dinámica de rotación influye en la geometría planetaria.

El proceso de formación planetaria y la redondez.

La formación de planetas es otra área crucial que influye en su forma. Al comienzo del sistema solar, un disco de gas y polvo rodeaba al Sol naciente. Gracias a la gravedad, los materiales de este disco comenzaron a agruparse, formando gradualmente cuerpos cada vez más grandes. A medida que estos protoplanetas crecieron, su gravedad aumentó, favoreciendo la atracción de material en una forma cada vez más esférica para minimizar la energía potencial gravitacional.

  • Formación inicial de agregados irregulares.
  • Crecimiento y aumento de la gravedad.
  • Mayor esfericidad al aumentar la masa.

Durante millones de años, este proceso dio origen a planetas completamente formados y en su mayoría esféricos.

Papel de las colisiones en la conformación temprana.

Durante la historia temprana del sistema solar, las colisiones fueron frecuentes y desempeñaron un papel importante en la formación de planetas. Cada impacto tenía el potencial de provocar que un protoplaneta cambiara de forma, pero también tendía a hacer que la distribución de masa fuera más uniforme a gran escala. Como resultado de los múltiples impactos, se volvió favorable una forma más esférica, porque equilibraba la distribución de masa alrededor del centro de gravedad del objeto. Así, la naturaleza tumultuosa de este entorno primitivo contribuyó, irónicamente, a la regularidad en la configuración de los planetas.

Dinámica interna y redistribución masiva.

Por último, procesos internos como la convección o el magnetismo pueden influir indirectamente en la forma de un planeta. Por ejemplo, la convección en el manto de la Tierra ayuda a redistribuir el calor y la materia, ayudando a mantener la forma esférica del globo. El campo magnético de la Tierra generado por el movimiento del núcleo líquido también puede influir en la distribución de materiales conductores en la superficie. Esto muestra que la estabilidad estructural de un planeta resulta no sólo de fuerzas externas sino también de una sofisticada dinámica interna.

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