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Caroline Duchaine: aire y curiosidad como buscadores

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El aire que respiramos está lejos de ser puro. Moho, bacterias, virus, toxinas, partículas de organismos vivos: multitud de bioaerosoles interfieren en cada una de nuestras respiraciones. “Los problemas asociados a los bioaerosoles exigen disciplinas muy diferentes y complementarias”, explica Caroline Duchaine, profesora del Departamento de Bioquímica, Microbiología y Bioinformática de la Universidad Laval. Reconocida internacionalmente por su trabajo en este campo, la titular de la Cátedra de Investigación de Bioaerosoles de Canadá ha dedicado su carrera a conectar diferentes áreas de especialización para caracterizar y estudiar mejor estas partículas de origen biológico. Por eso le conmueve especialmente la obtención del premio Acfas Jacques-Rousseau, que destaca el trabajo que establece puentes innovadores entre diferentes disciplinas.

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Fue después de una licenciatura en microbiología y una maestría en fisiología y endocrinología cuando Caroline Duchaine comenzó a interesarse por los bioaerosoles. “Un médico buscaba un estudiante para un proyecto en granjas lecheras”, dice la mujer que en aquel momento dudaba sobre la formación en medicina veterinaria. Como parte de este doctorado, estudiará el impacto en el sistema respiratorio de los trabajadores agrícolas de un producto a base de bacterias rociado en las granjas para tratar el heno contra el moho. “Me pareció fascinante”, recuerda.

A partir de entonces, se rodeó de especialistas de diversas procedencias y participó en la creación del primer laboratorio universitario canadiense dedicado al análisis de bioaerosoles, adscrito al Centro de Investigación del Hospital Laval (hoy Centro de Investigación del Instituto Universitario de Cardiología y Neumología). de Quebec). “Mi director me dio total libertad”, subraya el investigador.

Después de dos puestos postdoctorales (uno en la Universidad de Montreal y el otro en la Universidad de Iowa), Caroline Duchaine se estableció definitivamente en la Universidad Laval, donde se centró en una serie de temas. “En mi campo había que hacer de todo. Tuve suerte de tener acceso al bufé de investigación de tipo bufé”, se alegra. Para resolver los problemas relacionados con la exposición a los bioaerosoles en una fábrica de pisos de madera o al moho después de las inundaciones de Saguenay, hubo que centrar la atención, por ejemplo, en la ingeniería, la biología, la medicina y la salud pública.

A través de unos 180 proyectos de investigación de laboratorio y de campo llevados a cabo a lo largo de los años, Caroline Duchaine y sus colegas han avanzado en conocimientos sobre la composición de los contaminantes del aire, el comportamiento de los aerosoles, así como su impacto en la salud pública, animal y humana. “Rápidamente nos convertimos en el laboratorio más activo del mundo en este campo. Es un gran campo de juego”.

En el punto de mira de la COVID

En 2015, Caroline Duchaine publicó un estudio sobre la transmisión de la gastroenteritis por el aire, que causó revuelo y transformó las prácticas en los hospitales.

Pero fue la pandemia de COVID-19 la que hizo (aún más) visible su trabajo. “Fue un poco loco”, recuerda. Ya presente en los hospitales, su equipo era entonces el único en la provincia que podía tomar muestras de aire para estudiar la transmisión del virus SARS-CoV-2.

Ayudará a romper los silos y cambiar la comprensión de la transmisión viral por el aire entre los especialistas en enfermedades infecciosas. “Sólo reconocieron un puñado de enfermedades transmitidas por el aire: tuberculosis, varicela, gripe, sarampión… Aparte de eso, no se tuvo en cuenta este modo de transmisión”, explica. Una idea preconcebida en el sector separó entonces las gotas (de diámetro superior a 5 micras) de las partículas más pequeñas, los aerosoles, implicadas en la propagación de estas pocas enfermedades. “Pero sabemos que las partículas más grandes también pueden tener un impacto, especialmente porque el virus COVID no necesita llegar al fondo del pulmón para causar la enfermedad, puede alojarse en la nariz o la garganta”, continúa.

Su trabajo ha ayudado, en particular, a evaluar el riesgo de contaminación del personal sanitario durante la pandemia y a derribar algunos dogmas, tanto entre los especialistas como entre los medios de comunicación. “Esto nos hizo comprender que el aire también podría ser una vía de transmisión, aunque no sea sistemáticamente así”, resume. Con la pandemia, el interés del público en general por el tema de los bioaerosoles también se ha disparado: “Había hecho unas 25 apariciones en los medios a lo largo de mi carrera y, de repente, ¡tenía 200 solicitudes! » confiesa.

Hoy, Caroline Duchaine continúa su exploración; su nuevo proyecto de investigación se centra en el virus H5N1 en granjas lecheras. El investigador también seguirá de cerca el impacto del cambio climático sobre los bioaerosoles, en particular la resistencia de las casas nórdicas al moho, o las cuestiones relacionadas con los sistemas de refrigeración de los animales en las granjas. “Estos sistemas basados ​​en agua pueden estar contaminados con bacterias peligrosas para la salud humana, como la enfermedad del legionario”, afirma.

Por lo tanto, a esta persona eternamente curiosa no le faltan ideas para lo que viene a continuación. “Siempre me encantó la escuela; Todavía me siento como un estudiante, ¡me estoy divirtiendo mucho! Esta libertad académica, esta capacidad de hacer lo que quieras, es tremendamente estimulante”, concluye.

Este texto se produce en colaboración con Acfas.

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