Hoy en día, el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer (EA) se basa principalmente en la presencia de biomarcadores, lo que puede conducir a un sobrediagnóstico problemático si estos últimos se malinterpretan. Para contrarrestar este problema, un grupo de estudio internacional liderado por los Hospitales Universitarios de Ginebra (HUG), la Universidad de Ginebra (UNIGE) y el grupo hospitalario Pitié-Salpêtrière ha emitido recomendaciones. A partir de una revisión de la literatura científica, abogan por tener en cuenta los signos clínicos además de los biomarcadores. Este nuevo enfoque permite evitar el diagnóstico de EA en personas con biomarcadores anormales, que nunca desarrollarán trastornos de la memoria, e implementar un seguimiento adaptado a cada individuo. Estas recomendaciones fueron publicadas el viernes en la Revista de la Asociación Médica Estadounidense – Neurología (JAMA Neurology).
Según la Asociación Suiza de Alzheimer, el número de personas que padecen EA y otras formas de demencia en Suiza superará la marca de 300.000 en 2050, el doble que en la actualidad.
Para facilitar la investigación sobre esta enfermedad, un grupo de científicos de Estados Unidos definió hace tres meses nuevos criterios de diagnóstico muy amplios. Para ellos, el diagnóstico de EA estaría definido por la única presencia de biomarcadores, como la β-amiloide y la proteína tau, sin tener en cuenta el funcionamiento de la memoria y otras funciones cognitivas. Estos biomarcadores son cuantificables en el líquido cefalorraquídeo. Imágenes cerebrales PET o en la sangre y se han asociado con la degeneración cerebral causada por la EA.
Para el grupo de trabajo internacional dirigido por el profesor Giovanni Frisoni, director del Centro de Memoria HUG y profesor titular del Departamento de Rehabilitación y Geriatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Ginebra, y el profesor Bruno Dubois, profesor de neurología en la Universidad de la Sorbona y jefe de servicio del hospital de la Salpêtrière, estos nuevos criterios harán que muchas personas perfectamente sanas sean diagnosticadas de EA basándose únicamente en un examen de laboratorio, mientras que nunca desarrollarán problemas de memoria. Por ello, formaron un grupo de expertos para emitir nuevas recomendaciones.
Una definición clínica y biológica.
Según los profesores Frisoni, Dubois y sus colegas, los biomarcadores sólo son útiles si se combinan con una consulta médica multidisciplinar y pruebas de memoria. Estas pruebas pueden revelar problemas de memoria a corto plazo, es decir, la incapacidad de almacenar información reciente. Las personas afectadas también pueden perder el rumbo y desorientarse. A menudo tienen dificultades para hablar, encontrar las palabras o tienen un razonamiento menos claro. Finalmente, en ocasiones aparecen cambios de comportamiento: irritabilidad, ansiedad, depresión y aislamiento social.
Este matiz diagnóstico es crucial para personas con biomarcadores positivos, pero que no presentan síntomas clínicos. Si sólo hay un 3% en el grupo de edad de 50 a 59 años, lo mismo ocurre con el 40% de las personas entre 80 y 89 años. Según los criterios de la Asociación Americana de Alzheimer, todas estas personas deberían ser diagnosticadas con EA. Sin embargo, para el profesor Giovanni Frisoni, “entre todas estas personas, el 70% nunca desarrollará la EA. Entonces, ¿por qué darles este diagnóstico que provoca ansiedad? »
Dos nuevas categorías
La recomendación del equipo internacional equivale a considerar los biomarcadores no como equivalentes a la EA, sino como simples signos de la deposición de proteínas tóxicas que acompañan a la enfermedad. Esta sutileza permite definir dos categorías de personas con biomarcadores anormales: aquellas con pruebas de memoria anormales y aquellas con pruebas normales. Los primeros tienen EA, mientras que los segundos sólo tienen un mayor riesgo de desarrollar EA, pero aún no la padecen. Por tanto, no se les considera enfermos, sino en riesgo.
Un nuevo itinerario para pacientes en Ginebra
En el contexto clínico, estas categorías permiten el desarrollo de nuevas estrategias de seguimiento para personas en riesgo que actualmente no cuentan con apoyo. En Ginebra, el cambio en las mejores prácticas ya ha comenzado. “Hemos recibido financiación del Estado de Ginebra durante cuatro años para que nuestro Centro de la Memoria pueda ofrecer un nuevo itinerario para pacientes en riesgo a partir de 2025. Estos itinerarios incluirán, en particular, una evaluación de todos los factores de riesgo conocidos, como los biomarcadores, pero también de la depresión y del aislamiento social, por ejemplo. »
Desafíos futuros de la investigación
La adición de estas dos categorías también es importante para la investigación, porque permitirán crear cohortes longitudinales mejor estratificadas. “El peso de cada factor de riesgo es actualmente bastante aproximado”, explica el profesor Giovanni Frisoni, “y la adición de estas categorías en estudios de seguimiento a largo plazo nos permitirá cuantificar el peso de cada factor con mucha más precisión”. La inclusión de personas asintomáticas en los ensayos clínicos también permitirá probar la eficacia de tratamientos destinados a reducir el riesgo de desarrollar EA y los déficits cognitivos asociados a ella. “En última instancia, prevemos tratamientos personalizados basados en estilos de vida, principios nutricionales como los probióticos y también fármacos antiamiloides, en función del perfil de riesgo de cada individuo”, concluye el profesor Giovanni Frisoni.
JAMA Neurol. doi:10.1001/jamaneurol.2024.3770
Lea también nuestra nota de prensa del 15 de febrero de 2024 sobre el consenso europeo para el diagnóstico de la EA
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