Una vez al mes, este club de Costas de Armor reserva su pista para personas con discapacidad

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Christophe es autista y sufre un problema de audición que le hace hipersensible al ruido. Sin embargo, esta tarde de 8 de enero casi corre hacia la pista de baile de Taly’s, donde resuena un “Kuduro”. Cada primer miércoles de mes, la discoteca Yffiniac está reservada a los residentes de estructuras dedicadas a personas discapacitadas. Y Christophe y sus compañeros de cuarto, que viven en una vivienda inclusiva en Pommeret, no tienen dudas de perderse un poco de la reunión.

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(Le Télégramme/Léa Gaumer)

“Pueden permanecer en la pista durante 1 o 2 horas sin ningún problema”, observa Sylvain Bernu, su guía. Prueba de que “las personas con discapacidad consiguen divertirse y liberarse completamente, incluso cuando viven en un entorno que no es el adecuado para ellas”. Esta fecha mensual, establecida en 2008, es “el día más bonito” para Franck Haugomard, propietario del lugar. “El objetivo es simplemente complacer. Estos residentes tienen derecho a tanta felicidad como los demás, si no más”.

La vida antes

“Sensible a la cuestión de la discapacidad”, el director trabaja con 108 estructuras, de Rennes a Brest, pasando por Saint-Malo o Concarneau. “Hay que dejar espacio para los sillones, así podemos acomodar hasta 300 personas como máximo”, añade. Y este miércoles, son 130 los que van a prender fuego a la pista de baile. Todo en condiciones adecuadas, con música “no demasiado alta”, sin alcohol y sobre todo sin luces estroboscópicas. Suficiente para permitir a Christian, de la casa Beaumanoir, en Évran, “revivir un poco de su vida anterior”.

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(Le Télégramme/Léa Gaumer)

Cada miércoles, su propio tema. Este 8 de enero fue Galette des Rois. Incluso en la fila que conduce a los pasteles, esperamos al ritmo. Los locutores escupen las primeras notas de la “Macarena”, los bailarines esperan mientras esbozan fragmentos de la famosa coreografía. En febrero es el día de San Valentín. “Eso es bueno, algunos residentes participan en estas tardes para encontrar el amor”, sonríe Erwan, animador de Les Rainettes, una residencia para personas con epilepsia.

“Hace años que no salgo”

Obstaculizada por su silla, Laureline encuentra allí la posibilidad de “pensar en otra cosa”. Para Jimmy, que proviene del mismo grupo de ayuda mutua Briochin (GEM), estas reuniones mensuales son una oportunidad para “divertirse”. Gwenola completa el trío. Después de su múltiple traumatismo craneoencefálico, este es un primer paso hacia el mundo exterior. “Hace años que no salgo. Se siente muy bien”, dice el hombre de 40 años, observando de lejos a la multitud. “Este tipo de iniciativa promueve la inclusión y el encuentro”, acoge con satisfacción Anne-Marie, facilitadora de GEM Ti Kenwaller.

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(Le Télégramme/Léa Gaumer)

Al fondo de la sala, dos bailarines sudando en el podio. No lo dejaron en toda la tarde. Los residentes hacen girar sus sillas al son de los clásicos de Céline o Johnny, ayudados por sus acompañantes. El DJ lanza “Tres noches a la semana”, invita al público a completar la letra. La respuesta es inmediata. “A menudo, las personas autistas tienen una relación muy particular con la música y las vibraciones. Estas son cosas que les hablan mucho. Les da una sensación de bienestar”, señala Sylvain Bernu. “El placer de compartir algo diferente, un pedacito del día a día de todos”, también.

Francia

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