Dutroux, Dahmer, el Golden State Killer y Andras Pandy. © Imagen Belga
La fascinación por los asesinos en serie se remonta a mucho antes de las plataformas de streaming y de series de éxito como las sobre Dahmer o Ted Bundy. Ya en el siglo XIX, figuras como Jack el Destripador ya cautivaban la imaginación popular a través de la prensa. Aún hoy, millones de espectadores se sumergen en los sórdidos episodios de estos criminales, oscilando entre la fascinación y el miedo. Pero a pesar de esta persistencia en la cultura popular, las cifras muestran una realidad sorprendente: la época dorada de los asesinos en serie parece haber quedado atrás.
En la década de 1980, se estimaba que cerca de 770 asesinos en serie estaban activos en Estados Unidos. Esta cifra cayó a alrededor de 670 en la década de 1990 y aumentó a 400 entre 2000 y 2010. Hoy en día, los expertos coinciden en que estas cifras son sólo unas pocas docenas. Por ejemplo, el Golden State Killer, detenido en 2018, representa casi una anomalía en un contexto en el que las detenciones por este tipo de delitos se están volviendo raras.
Las tres razones principales
Una de las principales razones es la evolución de tecnologías de encuesta. En las décadas de 1970 y 1980, la falta de pruebas de ADN, cámaras de vigilancia y cooperación entre los departamentos de policía permitió a los delincuentes cometer delitos sin preocuparse. Hoy en día, el más mínimo rastro de ADN puede rastrearse hasta un sospechoso en cuestión de días, y las cámaras de vigilancia omnipresentes hacen que el anonimato sea casi imposible.
Al mismo tiempo, ahora se detectan antes comportamientos alarmantes, como la crueldad hacia los animales o el aislamiento extremo. EL atención psiquiátricaaunque lejos de ser perfectos, han progresado, reduciendo así la posibilidad de que determinados perfiles actúen.
El sociólogo Laurent Denave también destaca el vínculo entre condiciones sociales y homicidios. Los años 1970 y 1980, marcados por una fuerte precariedad en Estados Unidos, fueron de hecho un período propicio para el surgimiento de estos criminales. Dado que las condiciones económicas han mejorado en general desde entonces, estos fenómenos son cada vez más raros.
El perfil típico del asesino en serie
Cabe señalar otros patrones. El típico asesino en serie suele ser un hombre blanco, de entre 30 y 40 años, que ha crecido en un entorno precario y marcado por abusos infantiles. Muchos sufren trastornos de la personalidad, como la psicopatía, y no sienten empatía. Contrariamente a la imagen del genio maquiavélico, la mayoría no son particularmente inteligentes. Para algunos, el asesinato responde a un impulso incontrolable; para otros, es una búsqueda de poder o venganza.
Asesinos en serie muy belgas
Si a menudo asociamos a los asesinos en serie con Estados Unidos, algunos también abundan aquí. En Bélgica, el asesino en serie más famoso sigue siendo Marc Dutroux. Recordamos también al Skinner de Mons. Pero vale la pena citar otros casos menos famosos. Andás Pándy, por ejemplo, un pastor protestante, fue condenado por el asesinato de seis personas, en complicidad con su propia hija. Los investigadores incluso encontraron los dientes de otras ocho víctimas potenciales en su sótano, lo que eleva el número total a 14.
Los días de los asesinos en serie parecen haber terminado gracias a una combinación de factores tecnológicos, sociales y económicos. Sin embargo, estas cifras siguen rondando el imaginario colectivo, recordándonos que el mal, aunque está en declive, nunca desaparece por completo.