El oso que levanta la nariz

El oso que levanta la nariz
El oso que levanta la nariz
-

Los osos encuentran su paraíso en la isla Kodiak, frente a la costa de Alaska. En esta naturaleza lluviosa y exuberante abunda la comida, empezando por el pescado. ¿Qué placer debe sentir un oso cuando, con un poderoso golpe de su pata, atrapa un salmón rojo (o salmón rojo) ¡quién camina río arriba! Esta piscifactoría al aire libre le permitirá engordar para afrontar el largo invierno que le espera.

Sin embargo, en los últimos años el curso de las estaciones ha cambiado. La primavera se vuelve más temprana y más cálida. Tanto es así que, en las zonas soleadas de los valles, el saúco rojo produce sus frutos en julio en lugar de agosto. Sus bayas ahora están disponibles al mismo tiempo que el salmón rojo, mientras que antes ambos alimentos se sucedían. El oso Kodiak, conocido por amar el sashimi, ahora debe elegir: ¿pescado o bayas de saúco?

Verano de 2014. Entre los arbustos, el biólogo William Deacy vigila. Está allí para estudiar cómo se adapta el oso a las fluctuaciones en la abundancia del salmón. Ocurre un fenómeno inesperado: aunque el río Karluk está repleto de peces, los osos no están. Gracias a collares GPS y reconocimientos aéreos, el científico se da cuenta de que los kodiaks están en las colinas, atiborrándose de bayas de saúco. ¡El poderoso depredador vuelve la nariz hacia el salmón!

Evidentemente, a nuestro oso siempre le han gustado las bayas de saúco, pero el calentamiento global le obliga a admitir que las prefiere al jugoso salmón. salmón rojo. Por qué entonces ? El úrsido sabe que debe perfeccionar su gusto por lo dulce para maximizar la producción de grasa. Cuando ofrecemos un buffet variado a un oso en cautiverio, este elige alimentos ricos en carbohidratos y en los que las proteínas representan sólo del 10 al 20% de las calorías. La baya del saúco (13% de calorías proteicas) se encuentra en este rango, mientras que el salmón contiene demasiadas proteínas (80%).

“Es fácil imaginar las consecuencias directas del calentamiento global, como un oso polar en un témpano de hielo que se derrite”, dice William Deacy. Nuestro estudio muestra que las consecuencias indirectas son probablemente más comunes. Una pequeña diferencia de temperatura (la isla Kodiak se ha calentado 1°C en 50 años) puede alterar la fenología, es decir, la secuencia temporal de los fenómenos naturales. En este nuevo vals de las estaciones, una especie generalista como el oso Kodiak encuentra su beneficio.

Dicho esto, la historia es compleja y está lejos de terminar. A largo plazo, el oso podría sufrir hambruna si la temporada de bayas coincide exactamente con la del salmón. ¿Qué comería a finales de agosto? Su nuevo régimen afecta también al resto del ecosistema. Cuando un grupo de kodiaks pesca, eliminan la mayoría del salmón en desove de un río. Si no lo hace, la ausencia de cadáveres de salmón rojo en las orillas reduce la fertilización del suelo y priva a los descomponedores de un festín. En resumen, un solo trastorno desencadena una cascada de consecuencias.

***

El calentamiento global, la contaminación, la introducción de especies extrañas y la destrucción de hábitats han desequilibrado nuestro mundo. A pesar de sí misma, la naturaleza se está transformando. Las consecuencias son graves –irreversible, cuando una especie desaparece–, pero los organismos tienen más de un as bajo la manga. Buscan a tientas discernir el equilibrio de fuerzas presente. Los seres vivos lograrán en muchos casos adaptarse, siempre que nuestra especie ponga fin a la espiral de destrucción que alimenta.

La humanidad, para crear un mundo sostenible, también debe encontrar un nuevo equilibrio. Satisfacer las necesidades de todos, sin abusar de lo que ofrece la naturaleza. No es demasiado tarde para cambiar las cosas. Como señala la investigadora británica Hannah Ritchie, autora de No es el fin del mundo (2024), podemos convertirnos en las primeras generaciones en “construir un planeta sostenible” mediante el uso inteligente de la tecnología. Para ayudarnos a recuperarnos, inspirémonos también en las sociedades del pasado, a menudo más en sintonía con su entorno.

Con la columna “New Balance”, contaré las historias, a veces tristes, a veces llenas de esperanza, de un mundo en plena transformación. Sin caer en un optimismo ingenuo, intentaré mostrar que, cuando damos un paso atrás, ciertos problemas medioambientales parecen menos apocalípticos. Y que, como el kodiak que adapta su dieta a su nueva realidad, podamos descubrir vías de paso, siempre que levantemos la nariz para mirar a nuestro alrededor.

Alexis Riopel es periodista de El deber y está interesado en temas medioambientales.

-

PREV Gelatina para hacer ropa que se pueda reciclar infinitamente
NEXT Hablando con el corazón abierto, el encuentro para concientizar sobre las enfermedades cardiovasculares