Las últimas recomendaciones de la HAS se remontan a más de quince años… Teniendo en cuenta la evolución de los conocimientos, tres sociedades científicas (la Sociedad Francesa de Geriatría y de Gerontología – SFGG –, la Federación de los Centros de la Memoria – FCM – y la Sociedad Francesa -hablantes de psicogeriatría y psiquiatría de personas mayores – SF3PA) han desarrollado nuevas recomendaciones sobre síntomas psicológicos y conductuales (PCS) en enfermedades neurocognitivas.
Objetivo : ” ayudar a todos los profesionales (médicos de diferentes disciplinas pero también psicólogos, terapeutas ocupacionales, IDE, etc.) que trabajan con personas que padecen enfermedades neurocognitivas que presentan SPC, sea cual sea su lugar de vida (domicilio, residencia de ancianos, hospital, etc.) y cualquiera que sea el enfermedad neurocognitiva en cuestión, para optimizar la atención al paciente”, resume la profesora María Soto, co-coordinadora de estas recomendaciones.
La idea es acercarse a la vida real de los pacientes y sus seres queridos para mejorar su calidad de vida. “ Las recomendaciones son muy pragmáticas y fáciles de implementar en el campo, con algoritmos y tablas para ayudar a prescribir tratamientos farmacológicos y no farmacológicos. subraya el geriatra.
También existe el deseo de actuar de forma preventiva identificando los factores de riesgo asociados al PCS así como los signos prodrómicos desde el inicio o etapas leves de la enfermedad neurocognitiva.
Conozca los factores que contribuyen
El CPS reúne una amplia variedad de síntomas como delirios, alucinaciones, síntomas depresivos, agitación y agresión, conductas motoras aberrantes, desinhibición, ansiedad, irritabilidad, sueño o alimentación.
Afectan a la gran mayoría de los pacientes (al menos el 60% de ellos y hasta casi el 90% en algún momento de su enfermedad) que padecen enfermedades neurocognitivas: enfermedad de Alzheimer (EA), enfermedad de los cuerpos de Lewy, degeneración del lóbulo frontotemporal, enfermedad de origen vascular, etc.
Los pacientes suelen tener varios PCS al mismo tiempo. Se pudieron identificar diferentes factores que favorecen la aparición del SPC, en particular determinadas características de los cuidadores (falta de comprensión de la patología, falta de educación sobre el SPC, agotamiento del cuidador, etc.). Otros factores están ligados al entorno: hospitalizaciones, momentos del día (horas de comida, lavado, anochecer, etc.), falta de actividad, etc. Finalmente, se han señalado factores ligados a la propia etiología de los trastornos neurocognitivos. El diagnóstico de EA se asocia más a menudo con la aparición de PCS e incluso antes de la aparición de trastornos de la memoria. La duración de la enfermedad y la gravedad de los trastornos parecen influir.
La aparición de SPC durante las enfermedades neurocognitivas modifica profundamente la atención y el pronóstico de los pacientes: aumenta la morbimortalidad, disminuye su calidad de vida y tienen mayor dependencia física. La presencia de SPC conduce a una progresión más rápida de la enfermedad, un mayor número de hospitalizaciones no planificadas y un ingreso más temprano a una institución. CPS también es responsable de un aumento en la carga de los cuidadores.
Tratamiento no farmacológico de primera línea
“La primera línea de tratamiento para el PCS es no farmacológica. Los tratamientos farmacológicos no son la regla y siguen siendo de segunda línea, debido a su baja efectividad, un nivel de evidencia limitado y graves problemas de tolerancia y efectos secundarios graves de los medicamentos psicotrópicos. recuerda la profesora María Soto.
Formar a los profesionales para saber ser y hacer sigue siendo la clave del cuidado
Profesora María Soto, co-coordinadora de recomendaciones de HAS
Se recomienda construir el protocolo de intervención no farmacológica (IMN) en función de la historia de vida, preferencias, intereses y habilidades de cada persona.
El INM debe durar entre 30 y 60 minutos, al menos dos veces por semana, y ser ritualizado.
La formación de profesionales (especialmente en residencias de ancianos y a domicilio) y de cuidadores sigue siendo la medida que cuenta con el mayor nivel de evidencia científica para el apoyo a las personas que viven con una enfermedad neurocognitiva y la gestión de las SPC (intervenciones no farmacológicas superiores en sí mismas y farmacológicas). tratamientos de tipo psicotrópico). “Formar profesionales para saber ser y hacer sigue siendo la clave del cuidado”declara la profesora María Soto.
Detectar, identificar desde las primeras etapas
Se recomienda plantear la cuestión del cribado y el tratamiento en una fase temprana. En el diagnóstico de patologías neurocognitivas (incluso en estadios leves o muy leves), se recomienda evaluar los síntomas no cognitivos: síntomas psicológicos y conductuales, trastornos del sueño, trastornos sensoriales y, más ampliamente, marcadores de fragilidad. Por último, debemos cuestionar periódicamente la existencia de síntomas conductuales sin esperar a una posible situación de crisis.
¿Qué niveles de evidencia para los tratamientos no farmacológicos?
Las intervenciones no farmacológicas (INM) con un alto nivel de evidencia incluyen: musicoterapia, actividad física adaptada e intervenciones de sensibilización, formación y educación para cuidadores o cuidadores naturales. Por otro lado, se presenta un bajo nivel de evidencia para la terapia asistida con animales, las intervenciones ocupacionales y la arteterapia. Sin embargo, incluso si un enfoque no muestra pruebas científicas, puede ser de interés en la práctica clínica.
Entrevista a la profesora María Soto (Hospital Universitario de Toulouse), co-coordinadora de las recomendaciones