El impacto ambiental de estas moléculas anticancerígenas sigue siendo poco conocido en un momento en que la incidencia del cáncer se está disparando en todo el mundo, lo que lleva a un aumento estimado del 10% anual en el uso de estos medicamentos en los países desarrollados.
“Lo que más nos preocupa es la contaminación ambiental por metales o productos químicos, pero no hablamos mucho sobre la contaminación por drogas”, dijo la investigadora postdoctoral Diana Castañeda-Cortés. Y no se trata sólo de medicamentos contra el cáncer, son todos los medicamentos”.
Un informe publicado en 2019 por el Centro de Expertos en Análisis Ambiental de Quebec advirtió que cinco productos citostáticos, es decir, moléculas que pueden retardar o detener el crecimiento de las células, incluidas las cancerosas, sin matarlas, parecen particularmente problemáticos cuando se encuentran en el ambiente.
Se trata del tamoxifeno, que se utiliza para tratar el cáncer de mama; metotrexato, que combate el linfoma no Hodgkin; capecitabina, contra el cáncer colorrectal; así como ciclofosfamida e ifosfamida, que se utilizan para tratar varios tipos de cánceres.
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Los investigadores del INRS realizaron experimentos de laboratorio durante los cuales expusieron peces durante varios días a los niveles de contaminación encontrados en el medio ambiente.
Descubrieron que la ifosfamida parecía tener un efecto notable sobre el inflado de sus vejigas natatorias, un órgano esencial para mantener la flotabilidad en el agua. Sin una vejiga natatoria inflada, los peces no pueden nadar libremente en la columna de agua y es poco probable que sobrevivan.
“No sabemos cuáles podrían ser los efectos de una exposición más prolongada”, advirtió Castañeda-Cortés. Pero vemos claramente que algo está pasando y que debemos seguir estudiando el tema”.
Sin embargo, los científicos enfatizan que se necesitan más análisis para confirmar que la exposición a los citostáticos es específicamente la causa del problema de la vejiga natatoria.
Dicho esto, en otro estudio publicado en 2024, los mismos investigadores descubrieron que los químicos citostáticos también afectaban la regulación de las hormonas tiroideas en embriones de peces. Explican que una alteración en la función de estas hormonas podría provocar déficits en el desarrollo de los peces, incluido el trastorno de la vejiga natatoria.
Actualmente no sabemos mucho sobre el impacto en la salud humana de estas moléculas citostáticas que contaminan el agua potable. Los investigadores advierten, sin embargo, que no es descabellado considerar un posible circuito de retroalimentación que haría que estas moléculas aumentaran las tasas de cáncer.
“Nos faltan datos y no queremos ser alarmistas”, concluyó Castañeda-Cortés. Pero realmente necesitamos empezar a prestar más atención a cómo nos deshacemos de estos medicamentos”.