La llaman “reina de las nueces”.
Lo sabemos desde hace tiempo: las semillas oleaginosas como los frutos secos, los pistachos o las semillas de calabaza contienen grasas buenas que ayudan a proteger nuestra salud cardiovascular. Además, se pueden consumir en todas las estaciones. Uno de ellos, menos conocido que las avellanas o las almendras, es un excelente aliado para el corazón. Su efecto cardioprotector se explica por su interesante perfil lipídico (rico en grasas monoinsaturadas u omega-9) y su riqueza en fibra y minerales (potasio, vitamina B, magnesio, etc.) que favorecen la función cardíaca. Varios estudios también han confirmado su efecto beneficioso sobre la reducción del colesterol. Un ensayo clínico disponible en Archivo Interno de Medicina siguió a 30 voluntarios de entre 18 y 53 años y demostró que el consumo diario de este tipo de frutos secos durante 30 días podía reducir los niveles de colesterol total en 0,10 g/l (o 0,25 mmol/l).
En otro estudio publicado en la revista lípidoslos investigadores pidieron a 17 personas con niveles de colesterol superiores a lo normal que comieran estos frutos secos diariamente (al menos 40 g/día), durante 4 semanas. Al final del seguimiento, comprobaron que el consumo de frutos secos había reducido el nivel de estrés oxidativo, trombosis e inflamación, tres parámetros que favorecen el metabolismo del colesterol y la aparición de patologías cardiovasculares y coronarias.
Llamada “la reina de los frutos secos”, esta oleaginosa con efectos hipocolesterolémicos es la nuez de macadamia, un fruto descubierto hace 5.000 años por los aborígenes de Australia. Muy utilizado en repostería, especialmente en galletas y helados, este fruto seco tiene un innegable lado gourmet, en particular gracias a su sabor dulce y mantecoso, y a sus aromas de vainilla, coco o almendra.
Como todos los frutos secos, sigue siendo rico en calorías (700 calorías por 100 g, más que el chocolate con leche), por lo que es mejor limitarse a una ración de 30 gramos al día, o un buen puñado. Lo ideal es elegir nueces regordetas, de colores claros, de las secciones orgánicas y de cultivo de comercio justo para evitar la presencia de pesticidas y apoyar a los productores locales.
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