Cómo nuestro cerebro compensa las distracciones digitales

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Hoy en día, las pantallas y las notificaciones dominan nuestra vida diaria. Todos estamos familiarizados con estas distracciones digitales que nos sacan de nuestros pensamientos o actividades. Entre el correo electrónico importante de un superior y la llamada de la escuela que te pide que dejes el trabajo y pospongas la tarea actual, las interrupciones son una parte integral de nuestras vidas y parecen destinadas a ser aún más frecuentes con la proliferación de objetos conectados en el futuro. “hogares inteligentes”.

Sin embargo, no dejan de tener consecuencias para nuestra capacidad para realizar tareas, para nuestra confianza en nosotros mismos o para nuestra salud. Por ejemplo, las interrupciones provocarían un aumento del 3% al 27% en el tiempo de ejecución de la actividad actual.

Como investigador en psicología cognitiva, estudio los costes cognitivos de estas interrupciones digitales: aumento del nivel de estrés, aumento de la sensación de agotamiento moral y físico, nivel de fatiga, que pueden contribuir a la aparición de riesgos psicosociales o incluso de agotamiento.

En mi trabajo, me basé en teorías sobre el funcionamiento del sistema cognitivo humano que nos permiten comprender mejor estos costos cognitivos y sus repercusiones en nuestro comportamiento. Este tipo de estudio destaca que se está volviendo crucial encontrar un equilibrio entre nuestros usos de la tecnología y nuestra capacidad de concentración, por nuestro propio bien.

¿Por qué preocuparse por las interrupciones digitales?

La integración de objetos conectados en nuestras vidas puede ofrecer un mayor control sobre diversos aspectos de nuestro entorno, para gestionar nuestros horarios, recordar cumpleaños o gestionar nuestra calefacción de forma remota, por ejemplo. En 2021, las tasas de penetración de los hogares conectados (es decir, el número de hogares equipados con al menos un dispositivo doméstico conectado, incluidos también aquellos que solo tienen un enchufe o una bombilla conectados) rondaron el 13% en la Unión Europea y el 17% en Francia (en comparación con 10,7% en 2018).

Si la facilidad de uso y la utilidad percibida de los objetos conectados influyen en la aceptabilidad de estos objetos para una gran parte de la población, las interrupciones digitales que a menudo van asociadas a ellos obstaculizan nuestra cognición, es decir, todos los procesos relacionados con la percepción. atención, memoria, comprensión, etc.

El impacto de las interrupciones digitales se puede ver tanto en el ámbito privado como en el profesional. De hecho, una persona media tarda más de un minuto en volver al trabajo después de consultar su buzón. Los estudios muestran que los empleados dedican habitualmente más de 1,5 horas al día a recuperarse de las interrupciones relacionadas con el correo electrónico. Esto conduce a un aumento de la carga de trabajo percibida y de los niveles de estrés, así como a un sentimiento de frustración, incluso de agotamiento, asociado a una sensación de pérdida de control sobre los acontecimientos.

También encontramos efectos en el ámbito educativo. Así, en un estudio de 2015 entre 349 estudiantes, el 60% afirmó que los sonidos emitidos por el móvil (clics, pitidos, sonidos de botones, etc.) les distraían. Por tanto, las disrupciones digitales tienen consecuencias mucho más profundas de lo que uno podría pensar.

Comprender mejor de dónde proviene el costo cognitivo de las interrupciones digitales

Para comprender por qué las interrupciones digitales alteran tanto el flujo de nuestros pensamientos, debemos observar cómo funciona nuestro cerebro. Cuando realizamos una tarea, el cerebro constantemente hace predicciones sobre lo que sucederá. Esto nos permite adaptar nuestro comportamiento y realizar la acción adecuada: el cerebro establece bucles de predicción y anticipación.

Entonces nuestro cerebro funciona como una máquina de predicción. En esta teoría surge un concepto muy importante para comprender los procesos de atención y concentración: el de fluidez de procesamiento. Esta es la facilidad o dificultad con la que procesamos la información. Esta evaluación se realiza de manera inconsciente y da como resultado una experiencia subjetiva y no consciente del progreso del procesamiento de la información.

El concepto de fluidez formaliza algo que entendemos bien de forma intuitiva: nuestro sistema cognitivo hace todo lo posible para que nuestras actividades se desarrollen lo mejor posible, de la forma más fluida (fluido, en inglés) posible. Es importante señalar que nuestra cognición está “motivada” por una creencia que formula a priori sobre la facilidad o dificultad de una tarea y en la posibilidad de hacer buenas predicciones. Esto le permitirá adaptarse lo mejor posible a su entorno y al buen desarrollo de la tarea en curso.

Nuestra atención es atraída por información simple y esperada.

Cuanto más fácil parece procesar la información, o cuanto más nuestro cerebro la evalúa como tal, más atrae nuestra atención. Por ejemplo, una palabra fácil de leer nos llama más la atención que una palabra difícil. Esta reacción es automática, casi instintiva. En un experimento, los investigadores demostraron que la atención de los individuos podía ser captada involuntariamente por la presencia de palabras reales, a diferencia de pseudopalabras, palabras inventadas por científicos como “HENSIÓN”especialmente cuando se les pidió que no leyeran las palabras presentadas en la pantalla.

Por ejemplo, uno de nuestros estudios demostró que la fluidez (la facilidad percibida de una tarea) guía la atención de los participantes hacia lo que predice su cerebro. El estudio consistió en comprender cómo la previsibilidad de las palabras influiría en la atención de los participantes. Se pidió a los participantes que leyeran oraciones incompletas y luego identificaran una palabra objetivo entre una palabra coherente y una palabra inconsistente con la oración. Los resultados mostraron que las palabras coherentes y predecibles atrajeron la atención de los participantes más que las palabras inconsistentes.

Parecería que un evento acorde con la situación actual atrae más atención y, potencialmente, promueve la concentración. Nuestro estudio es, hasta donde sabemos, uno de los primeros en demostrar que la fluidez en el procesamiento tiene un efecto sobre la atención. Se necesitan más estudios para confirmar nuestros hallazgos. Este trabajo se inició, pero no pudo completarse en el contexto de la pandemia de Covid-19.

Los acontecimientos inesperados provocan una “pérdida de fluidez”

Como hemos visto, nuestro sistema cognitivo constantemente hace predicciones sobre eventos futuros. Si el entorno no se ajusta a lo que nuestro cerebro había predicho, primero debemos adaptar nuestras acciones (a menudo cuando ya habíamos puesto todo en marcha para actuar de acuerdo con nuestra predicción), luego intentar comprender el imprevisto para poder adaptar nuestras modelo predictivo para la próxima vez.

Por ejemplo, imagina que estás agarrando tu taza para tomar tu café. Cuando lo levantas, esperas que esté rígido y quizás un poco caliente. Por lo tanto, su cerebro hace una predicción y ajusta sus acciones en consecuencia (abrir la mano, agarrar la taza hacia arriba).

Ahora imagina que cuando lo tomaste, no era un vaso rígido, sino un vaso de plástico más endeble. Te sorprenderás e intentarás adaptar tus movimientos para que tu café no se te escape de las manos. El hecho de que la copa se doble entre tus dedos ha creado una brecha entre lo que tu sistema cognitivo había predicho y tu experiencia real: decimos que hay una ruptura en la fluidez.

Las interrupciones digitales alteran nuestro sistema predictivo

Las interrupciones, ya sean digitales o no, no están inherentemente planificadas. Así, una llamada telefónica improvisada provoca una pérdida de fluidez, es decir, contradice lo que el cerebro había previsto y preparado.

La interrupción tiene consecuencias a nivel conductual y cognitivo: cese de la actividad principal, aumento del nivel de estrés, tiempo para retomar la tarea en curso, desmovilización de la concentración, etc.

La pérdida de fluidez desencadena automáticamente la implementación de estrategias de adaptación. Desplegamos nuestra atención y, dependiendo de la situación encontrada, modificamos nuestra acción, actualizamos nuestros conocimientos, revisamos nuestras creencias y ajustamos nuestra predicción.

La ruptura de la fluidez removiliza la atención y desencadena un proceso de búsqueda de la causa de la ruptura. Durante una interrupción digital, la imprevisibilidad de esta alerta no permite al cerebro anticipar o minimizar la sensación de sorpresa tras la interrupción de la fluidez: entonces se interrumpe la (re)movilización atencional. No sabemos de dónde vendrá la interrupción (el teléfono en el bolsillo o el buzón del ordenador) ni cuál será el contenido de la información (el colegio de los niños, una llamada en frío, etc.).

Estrategias hacia una vida digital más saludable

Encontrar un equilibrio entre los beneficios de la tecnología y nuestra capacidad para mantener la concentración se vuelve crucial. Es posible desarrollar estrategias para minimizar las interrupciones digitales, utilizar las tecnologías de manera consciente y preservar nuestra capacidad de mantenernos comprometidos con nuestras tareas.

Esto podría implicar la creación de zonas de trabajo sin interrupciones (por ejemplo, la reintroducción del escritorio individual convencional), desactivar temporalmente las notificaciones durante un período de intensa concentración (por ejemplo, el modo silencioso del teléfono o el modo de “concentración” del software de procesamiento de textos), o incluso la adopción de tecnologías inteligentes que promuevan activamente la concentración minimizando las distracciones en el entorno.

En última instancia, el avance hacia un entorno cada vez más inteligente, o al menos conectado, requiere una consideración cuidadosa de cómo interactuamos con la tecnología y cómo afecta nuestros procesos cognitivos y comportamientos. La transición de la casa tradicional a la casa conectada plantea los problemas del proyecto “Vivienda Urbana en Transición” (HUT) para el cual trabajé como parte de mi beca postdoctoral.

Numerosos investigadores (ciencias de la gestión, derecho, arquitectura, ciencias del movimiento, etc.) han trabajado sobre las cuestiones de la hiperconexión de viviendas, usos y bienestar, dentro de un apartamento-observatorio hiperconectado. Esto nos permitió determinar juntos las condiciones ideales para la vivienda del futuro, pero también detectar el impacto de las tecnologías dentro de un hogar conectado para prevenir abusos.

Sibylle Turo es doctora en psicología cognitiva e investigadora postdoctoral en el proyecto “Vivienda urbana en transición” (HUT) de la Universidad de Montpellier. Anne-Sophie Cases es profesora universitaria en el laboratorio MRM de la Universidad de Montpellier.

Este artículo se vuelve a publicar desde The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.

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