Regreso a los lugares donde sufrió los peores abusos: pocos días después de la caída de Bashar al-Assad, Mohammed Darwish relata la “desesperación” de estos meses pasados bajo tierra, en manos de una de las ramas más temidas de la inteligencia siria.
Un olor a putrefacción emana de la celda número 9, sin ventanas, con paredes negras y húmedas, donde se hacinaban con él alrededor de un centenar de personas.
En los imponentes edificios de esta sección, llamada “rama Palestina”, desembarcaban para ser interrogados los detenidos por “terrorismo”. Muchos nunca volvieron a dar señales de vida.
“Soy una de las personas a las que más interrogaron. Cada día, por la mañana y por la noche”, durante los 120 días que estuvo detenido, dijo a la AFP el periodista Mohammed Darwich.
Detenido en 2018 por proporcionar información a grupos terroristas, según las autoridades, hoy denuncia estas “detenciones arbitrarias prolongadas sin ninguna acusación clara”.
Este hombre de 34 años recuerda esta habitación que compartía con una cincuentena de reclusos tuberculosos. Sobre este joven turco que quedó “loco” por la lluvia de golpes que le cayeron encima.
“Cuando la puerta se cierra detrás de nosotros, nos invade un sentimiento de desesperación. Esta celda ha visto tanta tragedia”, susurra.
– “Sacando a los muertos” –
Desde el domingo y con la toma de Damasco por una coalición de grupos rebeldes dominados por los islamistas radicales de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), la “rama Palestina” ha sido abandonada por los hombres que trabajaban allí.
En una habitación oscura, una mujer, con el rostro oculto por un pañuelo gris, busca desesperadamente entre documentos de identidad abandonados.
Como ella, miles de personas han acudido durante casi una semana a prisiones, comisarías de policía, centros de inteligencia y centros militares en toda Siria, en busca de información sobre sus seres queridos desaparecidos.
Varios ex detenidos, como Mohammed Darwich, también regresan a los lugares temidos para afrontar el dolor y las ansiedades del pasado.
“Nos dijeron que nuestra estancia en la sucursal de Palestina duraría el tiempo de una simple pregunta y respuesta. En realidad, estuve allí 35 días, o 32, no lo recuerdo muy bien”, confiesa Adham Bajbouj, de 32 años. .
“Pesaba 85 kg cuando llegó, salió pesando 50 kg”, continúa su hermano que lo acompaña.
Además de los interrogatorios, recuerda las “humillaciones” que sufrió.
“Tuvimos que limpiar los lugares de tortura y los baños, sacar a los muertos de las celdas”, dijo el frágil treintañero, subrayando que nunca había podido pasar por delante del edificio desde su liberación.
– Documentos “secretos” quemados –
En el último piso del edificio se encuentran las “salas de tortura”, como las describen los ex detenidos. Más lejos, un olor a humo emana de las oficinas de los oficiales, reducido a cenizas.
En los estantes de una habitación, miles de documentos, probablemente con información “importante” o “secreta”, fueron quemados antes de que los responsables se marcharan.
El alto mando del ejército envió una carta fechada en 2022 y que permanece intacta a la sección “responsable de tramitar los casos de terrorismo”. Describe la detención de un soldado, acusado de mantener relaciones con “organizaciones terroristas armadas”.
Frente a su antigua celda, la número 9, Waël Saleh, de 42 años, repite, como si le costara comprender la nueva realidad de Siria: “Fui incriminado por terrorismo. Sigo siendo incriminado por terrorismo”.
“Nunca olvidaré lo que viví aquí. Recuerdo que éramos 103 en la celda, nos quedamos de pie para permitir que los mayores se acostaran”.
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