Uno de los fenómenos más destacados fue la ola de calor primaveral que azotó a finales de abril gran parte del suroeste de Europa y el norte de África, provocando un aumento de las temperaturas que generó preocupación.
Sin embargo, a pesar de un clima general de sequía, algunas regiones del Alto Atlas y del Antiatlas experimentaron en febrero nevadas excepcionales, con acumulaciones de hasta dos metros. Esta situación climática sin precedentes ha colocado a algunas provincias de estas zonas bajo asistencia de emergencia, requiriendo la rápida intervención de las autoridades para restablecer el acceso y proporcionar el apoyo necesario a las poblaciones afectadas por este mal tiempo.
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