Evidentemente todavía quedan muchas cosas que decir sobre Donald Trump.
Publicado a las 7:00 a.m.
Empezando por las reacciones en casa, el colapso nervioso de gran parte de los comentaristas, cómo darle la noticia a su hijo, especialistas devastados, enojo con los Estados Unidos que votaron mal… Llegó muy lejos.
Hablamos en contra de la invasiva cultura estadounidense, pero estamos en armonía con la vida política de nuestros vecinos. Debería saberlo.
Es seguro que el resultado de estas elecciones tendrá consecuencias directas para Canadá, su economía, su inmigración y el progreso del mundo en general. Pero se trata sobre todo de los ciudadanos de Estados Unidos. Depende de ellos decodificar su nueva situación social, sus fracturas, y comprender por qué el MAGA hace vibrar algo tan poderoso entre los marginados, como si esta América fantaseada les hablara directamente.
Afirmar que Trump es un imbécil es un análisis conveniente y un poco breve. Conocemos sus conexiones, sus crímenes, sus mentiras, sus licencias. Pero Trump 2.0 es todo menos un payaso estúpido.
Para entender lo que está sucediendo y ponerse en marcha con decisión y rapidez, debemos dejar de quejarnos y mirar hacia adelante. Porque Estados Unidos, y por tanto el mundo, realmente cambiará. Su reingeniería ha comenzado. El segundo mandato será el de la reconfiguración.
El rastro del fascismo es tentador para explicar a Trump… pero engañoso. No se trata del fascismo de los años 30 y sus golpes de botas. Debemos volver la mirada hacia el paraíso soleado de Silicon Valley, de sus superricos y sedientos del poder de las nuevas tecnologías.
A Trump no le gusta la democracia, pero le gusta su apariencia. Sabía cómo ser elegido halagando y cortejando a grupos de votantes específicos y muy definidos. Usó legalmente mecanismos democráticos.
Pero lo que lo motiva, lo impulsa, es la plutocracia, el gobierno de los más afortunados. Lo cual está lejos de ser una democracia cómoda.
Trump es un magnate, ciertamente extremadamente rico, pero no pertenece a la constelación de los megaricos del planeta, aquellos para quienes la isla privada, los medios de comunicación o el espacio ya no son suficientes. Los que también quieren el poder total y que empiezan a ofrecerse países, de forma más o menos directa.
Los megaricos de Silicon Valley hicieron de Donald Trump su instrumento político, ahogándolo en millones durante la campaña electoral. Elon Musk, el hombre más rico del planeta (Tesla, X, SpaceX), invirtió alrededor de 200 millones1 en su potro.
Los capitalistas al viejo estilo controlaban los sectores de influencia tradicionales, empezando por la prensa, pero este neolibertario utiliza las herramientas del futuro. A través de la alta tecnología, la conquista del espacio, se infiltra en casi todos los rincones de nuestras vidas y, ahora, en la gestión de Estados Unidos. El hombre que cuenta con la atención del presidente electo codirigirá DOGE, el Departamento de Efectividad Gubernamental, una operación sin precedentes para desmantelar el Estado.
El conflicto de intereses es flagrante. Musk recortará las regulaciones, favorecerá a sus empresas y socavará los pilares de la democracia estadounidense.
En Los ingenieros del caosGiuliano da Empoli2 muestra cómo los estrategas de la nueva derecha estadounidense reinventaron las reglas de la política de su país, jugaron con el populismo y abrieron la puerta a Trump. Lo que permite entender cómo se emancipó del Partido Republicano para crear su propio organismo autoritario, jugando con la nostalgia y el nacionalismo asumido: el movimiento MAGA. Trump no es un payaso, sino el producto de una estrategia implacable. Otro ensayo ayuda a comprender el papel de Silicon Valley, las nuevas tecnologías, las redes sociales y la inteligencia artificial (IA) en la marcha hacia la Casa Blanca y el control del poder político: El golpe tecnológicoMarietje Schaake3.
En los últimos años, al amparo de alegres innovaciones, las empresas tecnológicas han eludido las regulaciones y han comenzado a volverse todopoderosas, sin dejar de permanecer opacas ante los gobiernos. Desde criptomonedas hasta inteligencia artificial, sus herramientas están en todas partes. La tecnología desenfrenada se ha convertido en una autopista hacia el poder para los autócratas de todo el mundo. Musk es su avatar más animado e inquietante. Sus miles de millones, sus herramientas, su libertarismo y su sed megalómana de poder lo llevaron naturalmente hacia Trump, quien, por su parte, está fascinado por su nuevo amigo.
Entre Washington y Silicon Valley, estamos entrando en una nueva era de vida política, liderada por los megaricos, para ellos y sus empresas globales. Están organizando una adquisición global y preocupante.
En su magistral ensayo, La sociedad provocadoraDalia Namian4 cita a la filósofa Hannah Arendt, quien exploró la cuestión del fascismo. Ella escribe: “Arendt nunca dejó de preguntarse cómo el fenómeno totalitario podía acechar a las democracias liberales y manifestarse en sistemas legales perfectamente regulados. […] Pero a diferencia de regímenes totalitarios como el nazismo, la trivialización del mal puede fácilmente, en las sociedades neoliberales, prescindir de un líder. » O, como veremos pronto, tomar la forma de un líder títere, por omnipresente que sea, al servicio de los multimillonarios tecnológicos, que quieren “reingeniería” el mundo.
En última instancia, deberíamos temer a Musk más que a Trump. Se encontraron. Gobernarán juntos, al menos al principio. Después, quién sabe qué pasará con la ambición ilimitada de Elon. Después de todo, ya se habrá comprado el presidente del estado más poderoso del mundo.
1. Lea el artículo de Guardián « El Super Pac de Elon Musk gastó 200 millones de dólares para ayudar a elegir a Donald Trump » (en inglés)
2. Giuliano da Empoli. Los ingenieros del caosParís, JC Lattès, 2019, 203 páginas
3. Marietje Schaake. El golpe tecnológico. Cómo salvar la democracia de Silicon ValleyNueva Jersey, Princeton University Press, 2024, 336 páginas
4. Dalia Namian. La sociedad provocadora. Ensayo sobre la obscenidad de los ricos.Montreal, Lux, col. “cartas libres”, 2023, 240 páginas
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