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entre la desconfianza, la esperanza y la emergencia climática

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la 29ª Conferencia de las Partes sobre el Clima (COP29) se inauguró en Bakú, Azerbaiyán, en un ambiente que combina desconfianza y emergencias climáticas. Esta reunión crucial, esperada por más de 80.000 participantes y alrededor de un centenar de países, sugiere perspectivas de acción, pero también fuertes divisiones y un cuestionamiento del compromiso colectivo. Después de una COP28 que concluyó sobre la salida gradual de los combustibles fósiles, por esta vez, la cuestión de la financiación de esta transición ecológica está en el centro de los debates.

Desde el acuerdo de Copenhague de 2009, los 39 países más ricos se han comprometido a pagar 100 mil millones de dólares anuales a los países del Sur para ayudarlos en sus esfuerzos de adaptación y resiliencia climática. Sin embargo, este objetivo, que no se alcanzó hasta 2022, se ha vuelto insuficiente. Hoy en día, los estudios estiman que se necesitan 1 billón de dólares al año para apoyar eficazmente a los países del Sur menos contaminantes, más afectados por los efectos del cambio climático. Los desafíos de esta conferencia se enmarcan en un contexto climático alarmante, marcado por un aumento espectacular de las temperaturas, provocando desastres naturales mortales. El escenario de las recientes inundaciones en Valencia en España, o los incendios forestales en Australia, por nombrar algunos, demuestran que ninguna nación se salva.

«Estamos en el camino de la ruina y no se trata de problemas futuros. El cambio climático ya está aquí. La COP29 es el momento de la verdad para el Acuerdo de París. Pondrá a prueba nuestro compromiso con el sistema climático multilateral”, dijo Mukhtar Babayev, presidente de la COP29. Marruecos, país no contaminante, es uno de los países firmantes del Acuerdo de París. Ha invertido masivamente en energías renovables y está trabajando gradualmente para reducir el uso de combustibles fósiles en su economía. Aunque todavía queda camino por recorrer, se cita al Reino como ejemplo, a través de sus compromisos cada vez mayores en sus contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC). Representado en Bakú por el jefe de Gobierno, Aziz Akhannouch, acompañado por la ministra de Transición Energética y Desarrollo Sostenible, Leila Benali, y el embajador de Marruecos en Azerbaiyán, Mohamed Adil Embarch, Marruecos pretende alzar la voz de los países emergentes por la justicia climática. Se supone que debe enfatizar el principio de que quien contamina paga.

Preocupaciones para esta COP29

Si bien hablamos de financiación para una transición ecológica, ciertos aspectos desafían a la opinión pública sobre el impacto de esta conferencia. En primer lugar, la elección de Azerbaiyán como anfitrión de esta COP29. Este país, cuyo mix energético se basa en un 98% en combustibles fósiles, obtiene casi el 70% de su PIB de la producción de petróleo y gas. En tal contexto, la legitimidad de Bakú para liderar los debates sobre la transición ecológica es, para muchos, cuestionable y alimenta dudas sobre la sinceridad de las negociaciones. En segundo lugar, es preocupante la ausencia observada de muchos líderes mundiales, incluidos Joe Biden, Emmanuel Macron, Ursula Von der Lehen y otros altos funcionarios europeos.

Su no participación se interpreta como una señal preocupante de la falta de compromiso de varias grandes potencias, en particular de los miembros del G20, que representan por sí solos casi el 80% de las emisiones mundiales de CO2. Por último, la sombra de la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París, a pesar de ser el segundo mayor emisor de CO2 del mundo, preocupa a muchos dirigentes políticos, que temen una espiral de retirada que perjudicaría gravemente los objetivos de dicho acuerdo. acuerdo. A pesar de estas preocupaciones, la emergencia climática sigue siendo una clara prioridad. Para los países del Norte presentes en la COP29, el llamado es duplicar la financiación para la adaptación climática para alcanzar al menos 40 mil millones de dólares por año para 2025.

La brecha entre las necesidades de adaptación y la financiación podría alcanzar los 359.000 millones de dólares al año en 2030. “Estos dólares que faltan no son abstracciones en un balance, sino más bien vidas y cosechas perdidas y desarrollo perdido”, alertó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en Bakú. Cabe señalar que, como primera decisión, los países presentes han optado por consenso por una mejor supervisión del mercado de carbono que, a través de la compra de créditos de carbono entre países, permitirá financiar proyectos de reducción o captura de CO2.

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