“Soy un personaje colorido”. Descaro ginebrino, barriga enorme, cola de caballo y barba, excéntrico solitario muy conocido en el campo, el sexagenario juzgado este lunes por el Tribunal Penal tiene razón: los acusados como él son raros. Pero este voluble buen carácter esconde un lado oscuro que se le escapaba.
Declarado irresponsable por el perito psiquiátrico (“trastorno mental grave de alta gravedad”), se le acusa de ser el pirómano que aterrorizó las torres de Lignon desde diciembre de 2021 hasta julio de 2022: durante este período, supuestamente inició seis veces el incendio en los sótanos. y dos veces en los pisos superiores (sin causar víctimas). En octubre de 2022, se quemaron una granja y un cobertizo en Avully. A estos hechos se suman tres ataques, incluido uno en el que presuntamente amenazó a una mujer tras rociarla con gasolina: “Te voy a quemar, sucia ucraniana”.
El hombre, encarcelado desde hace casi dos años, ahora en el hospital-prisión de Curabilis, quiere ser tratado. Admite necesitarlo, dice que ya fue internado voluntariamente, pero niega ser el autor de los incendios. “He vivido en la torre durante 24 años, no tengo ningún interés en prender fuego”. El juez le sugiere que su desorden podría haberle llevado al olvido. Él lo refuta. Pero se extiende a una vida que él describe como caótica: padres fallecidos, madre gitana húngara prostituida y luego asesinada, infancia en hogares, legión extranjera. Habla de “fosas comunes humanas” en África cuando era soldado y de “estrés postraumático”. Lleva 30 años en AI.
Este perfil atípico le convertiría en un gestor ideal, mientras que en Tours du Lignon “la morosidad es importante”, opina su abogado, Pascal Junod. Considera el expediente “inconsistente”, carente de pruebas. Sobre todo, destaca que el perito no notó “ningún síntoma de piromanía” en su cliente. La justicia estaría mal. Veredicto este martes.
Se requieren cinco años de atención segura
El acusado padece un trastorno mental grave, un trastorno afectivo bipolar y un trastorno de personalidad debido, en particular, a un derrame cerebral. “En el momento de los hechos no apreció el carácter ilícito de sus actos”. Por tanto, no puede “ser declarado culpable ni castigado”, explicó el fiscal. Requirió una medida terapéutica institucional en un ambiente cerrado “por una duración inicial de cinco años”. Le parece “el único capaz de preservar la seguridad pública frente al altísimo riesgo de reincidencia”.
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