Yakartamán hace sonar la alerta (Por Ibrahima Thiam)

Yakartamán hace sonar la alerta (Por Ibrahima Thiam)
Yakartamán hace sonar la alerta (Por Ibrahima Thiam)
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Los yakartanos, estos héroes del asfalto y de las calles llenas de baches, tomaron el camino de la protesta, cuernos en mano, para recordar al gobierno que no son sólo una estadística de la economía informal. En Kaolack y Ziguinchor, la quema de neumáticos y las ruidosas protestas enviaron un mensaje claro: cuando los motores rugen, es hora de escuchar.

El gobierno, que quería “asegurar” a estos trabajadores con registros y seguros, parecía creer que bastaba con pintar una bonita promesa de seguridad vial para calmar la mente de la gente. Pero ya está, no se repinta una moto destartalada con barniz fiscal. Para estos conductores, en su mayoría jóvenes, estas medidas parecen un pinchazo en el camino hacia arriba: un obstáculo más en un camino ya de por sí difícil.

Hay que reconocer que imponer tarifas adicionales a quienes apenas ganan lo suficiente para pagar su combustible, mientras se afirma que “es por su propio bien”, requiere cierta dosis de coraje. Pero tal vez el gobierno realmente pensó que estaba haciendo lo correcto. Después de todo, ¿qué podría ser más noble que proteger las motocicletas mientras se pasa discretamente por la gasolinera para llenar las arcas del Estado? Un poco de seguridad para ellos, un poco de ingresos para nosotros: una gran idea de equilibrio, ¿no?

Los yakartanos ven las cosas de otra manera. Recuerdan que constituyen una parte importante del electorado que permitió a este gobierno llegar al poder. Y hoy se sienten traicionados. Estos jóvenes habían votado por un defensor de las masas populares y no por un defensor de las nuevas regulaciones. Obviamente, cuando la promesa de cambio se convierte en una carga adicional, reaccionan a su manera.

En Ziguinchor las carreteras fueron cortadas. En Kaolack, las manifestaciones adquirieron el aspecto de una mala película de acción. Y si nada cambia, Dakar y otras ciudades corren el riesgo de sumarse a esta “gira nacional de la ira”. Quizás debería recordarse al gobierno que los yakartanos no sólo transportan pasajeros, sino también esperanzas. Y que esas esperanzas, hoy en día, se parecen más a una rueda pinchada que a un motor bien engrasado.

Entonces, ¿qué hacer? Quizás sea hora de frenar un poco y repensar las cosas. Una moratoria sobre estas medidas, incentivos financieros o incluso un diálogo abierto con estos impulsores podrían calmar la situación. Ofrecer soluciones realistas en lugar de limitaciones podría transformar esta ira en una asociación constructiva. Porque a estas alturas, incluso un gesto simbólico: un casco gratis, ¿por qué no? – podría hacer más para calmar las tensiones que todas las justificaciones del mundo.

Mientras tanto, los yakartanos siguen conduciendo, pero con una ira cada vez más palpable. Si el gobierno espera que todo esto se solucione por sí solo, haría bien en revisar su GPS político. Porque, como dicen los propios conductores: “Una moto averiada puede parar, pero la ira bien alimentada nunca se apaga”. Para meditar.

Ibrahima Thiam, presidente del movimiento Otro Futuro

#senegalés

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