REPORTAJE – Mientras el fuego continúa propagándose, los californianos descubren, aturdidos, las ruinas humeantes de sus hogares.
Las ruinas de las casas todavía humean en la playa. La autopista de la Costa del Pacífico no ha detenido el incendio que asola Los Ángeles desde hace varios días. Avivadas por los violentos vientos, las llamas descendieron desde las alturas de Pacific Palisades, cruzaron la carretera y arrasaron las casas de Malibú. La playa más famosa del mundo está llena de restos carbonizados. El oleaje trae tablas quemadas a la orilla. Feas rayas marrones flotan en la superficie del océano.
En las laderas, la magnitud del cataclismo evoca una erupción volcánica. En esta costa californiana, donde los precios inmobiliarios alcanzan alturas vertiginosas, los edificios modernos dejan muchos menos vestigios que en Pompeya. Las casas de madera y contrachapados han desaparecido casi por completo. Lo único que queda son las chimeneas ennegrecidas que se elevan hacia el cielo, los cilindros de los calentadores de agua y los bloques cuadrados de los aparatos de aire acondicionado.
Reconocemos los cadáveres de…
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