Hoy hablemos de un gran desafío para las empresas. Se trata de controlar el uso de herramientas de inteligencia artificial por parte de sus empleados. Este es un verdadero desafío porque la invasión de la IA en los negocios genera tantas oportunidades como preguntas.
En primer lugar, ahora debemos señalar la rápida y discreta adopción de la IA por parte de los empleados. Muchos empleados recurren a herramientas como ChatGPT para mejorar la eficiencia de su trabajo. Ya sea para escribir textos, escribir códigos o realizar investigaciones, estas herramientas se han colado en el día a día de los profesionales, a veces sin la aprobación explícita de sus empresas.
¿Un ejemplo? Una empleada del neobanco alemán N26 me dijo la semana pasada que su gerente había prohibido el uso de ChatGPT internamente. Pero que el sitio fuera accesible desde estaciones de trabajo. Lo que significa que todo el mundo lo utiliza en la N26.
Y N26 no está solo en este caso. Un estudio revela que casi una cuarta parte de los empleados en Estados Unidos ya utilizan estas tecnologías todas las semanas, con picos que alcanzan el 50% en industrias como el software o las finanzas.
Muchas empresas todavía carecen de reglas claras
Sobre todo, ante esta rápida adopción, muchas empresas todavía carecen de reglas claras. Algunos, como Apple y Samsung, comenzaron prohibiendo completamente el uso de ChatGPT, a menudo por temor a la seguridad de los datos.
Pero estas estrictas prohibiciones rápidamente se vuelven poco prácticas a largo plazo. Por este motivo, N26 ofreció recientemente a sus empleados el uso de Gemini de Google integrado con Google Workspace, del que el banco es cliente. Pero es difícil cambiar los hábitos una vez que sus empleados usan ChatGPT de manera desenfrenada y desenfrenada.
Por tanto, es necesario apoyar a los empleados en caso de comportamientos inadecuados, con un enfoque no punitivo para evitar que se repitan y fomentar un uso responsable.
La desconfianza hacia la IA persiste entre los empleados
Incluso en empresas donde se acepta la IA, muchos empleados prefieren reservarse el uso de estas herramientas. Para qué ? Porque tienen miedo de ser juzgados como vagos.
Peor aún, tienen miedo de hacer visible un aumento de la productividad que podría conducir a recortes de empleo.
Por lo tanto, la integración de la IA en el trabajo requiere un equilibrio sutil: proporcionar herramientas confiables, establecer reglas claras y, sobre todo, generar confianza mutua entre empleadores y empleados.
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