La formación continua es objeto de una paradoja: en los discursos siempre se la elogia o casi se la califica de imprescindible, porque es más necesario que nunca formarse a lo largo de la vida.
Pero en realidad, adaptar la educación continua a la vida empresarial y a la carrera profesional no es fácil. Y a nivel político, un grupo de expertos propuso simplemente este otoño, en el marco de un programa de ahorro, abolir la ley federal sobre educación continua. El Consejo Federal finalmente lo mantiene, pero tiene previsto derogar las disposiciones relativas a las ayudas financieras. Una decisión que reduciría aún más las oportunidades en este ámbito, mientras que para el 29% de la población entre 25 y 64 años, la última formación continua se remonta a cinco años o más.
Obstáculos muy reales
¿Cómo no considerar que la actualización de nuestras capacidades es esencial, dada la escasez de personal sectorial, el auge de la inteligencia artificial (IA), los desafíos medioambientales que nos esperan y la sociedad del conocimiento que constituye Suiza?
Los obstáculos a la formación continua son muy reales: falta de recursos y de tiempo, en particular en las pequeñas empresas, riesgo de agotamiento entre los empleados que hacen malabarismos entre clases y trabajo, dificultades para navegar la multiplicidad de programas y juzgar la calidad de lo que se ofrece. Es por ello que una serie de artículos publicados estos días se centra en estas cuestiones a través de una entrevista cruzada, una historia y una guía práctica, así como las tendencias actuales, incluida la IA, en materia de formación. Pero también analizamos posibles soluciones para crear un entorno favorable. ¿Hasta qué punto, por ejemplo, los cursos en línea representan hoy una alternativa a las alturas?
Tanto contenido para mirar la realidad de frente y tal vez identificar ciertas vías, para que la educación continua se convierta, con mucha más regularidad, en una realidad. ¡Las empresas y los empleados estarán mejor!