En 2022, Bélgica despenalizó la prostitución, uniéndose a algunos países del mundo, como Alemania, Países Bajos y Turquía. Dos años más tarde, los parlamentarios belgas fueron mucho más lejos.
La noche del 2 al 3 de mayo, los diputados belgas adoptaron una ley para permitir a las trabajadoras sexuales que así lo deseen beneficiarse de un contrato de trabajo. Entró en vigor el 1 de diciembre, una primicia mundial.
Mismos derechos que el resto de empleados.
En concreto, las prostitutas belgas tienen ahora acceso a los mismos derechos que los demás empleados: seguro de enfermedad, mutuas, desempleo, cotizaciones a la pensión, permisos remunerados o de maternidad, en particular. La ley también recuerda su obligación de dar su consentimiento. Y eso, por parte de los empresarios, para proporcionarles unas condiciones mínimas (como el tamaño de la habitación, la presencia de un botón de emergencia o protecciones para limitar los riesgos de ETS).
Sin “estas estrictas condiciones en materia de seguridad y salud en el trabajo”, no se les dará la aprobación. Entonces serían calificados como proxenetas y podrían ser perseguidos por la ley. También se debe crear un convenio colectivo. Las prostitutas también podrán, si lo desean, trabajar de forma independiente.
La ley parece verse como un gran paso adelante en el mundo de la prostitución. “Antes, toda persona que contrataba a alguien para realizar trabajo sexual era un proxeneta según la ley”, explica a RTL Info Daan Bauwens, director del Sindicato de Trabajadores Sexuales. “Pero la ley no se aplicó. Esto quiere decir que era la puerta abierta a la explotación. A partir de ahora será legalmente posible contratar a una persona respetando unos estándares mínimos”.
Nuestro expediente sobre la prostitución
Esta ley no es unánime en Francia, un país donde los clientes son penalizados. En el Senado Público, la ex ministra de Derechos de la Mujer, Laurence Rossignol (PS), autora de la ley de 2016, la considera “una liberalización del mercado del sexo”. Según ellos, las prostitutas serán las primeras víctimas. “Es un mercado mafioso que se beneficia de un apoyo compasivo pero que sólo pretende liberalizar el mercado del sexo y convertirlo en un negocio como cualquier otro”, cree.