“Vamos a derrotar en las urnas a quienes hoy nos ponen una diana en la espalda”

“Vamos a derrotar en las urnas a quienes hoy nos ponen una diana en la espalda”
“Vamos a derrotar en las urnas a quienes hoy nos ponen una diana en la espalda”
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jLes escribo hoy porque, como muchos de ustedes, vivo con dolor y angustia el grave e incierto período electoral que atravesamos. Je m’adresse à tous les Français qui ne seront jamais assez français pour le Rassemblement national (RN) : les naturalisés, les binationaux – qu’ils aient choisi de l’être ou y soient contraints par les règles de nationalité de leur naissance – , et tous ceux qui, nés et vivant en France depuis des décennies, fils et filles d’immigrés, Français d’outre-mer, n’ont en réalité jamais le bon prénom, la bonne religion, la bonne couleur de peau pour l ‘extrema derecha. Hoy, más que nunca, tenemos un objetivo sobre nuestras espaldas.

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Es hija de inmigrantes que les habla, nacida marroquí en un pueblo del Rif, llegó a Francia a los 4 años con su madre y su familia para reunirse con su padre, un albañil. Sé lo que le debo a la República, a su escuela pública, a sus libros que han ampliado mis horizontes, a su tejido asociativo y político en el que estoy involucrado. Este país es mío, es nuestro.

Nunca cargué mi identidad sobre mis hombros, porque quería ser una mujer libre y no dejar que nadie me confinara a mis orígenes; y también, como muchos de nosotros, mimetizarme, ser juzgado por mis acciones y no por el origen de mi familia.

Luchas por la igualdad

Cuando era ministro, me di cuenta de que no era tan fácil y que, por mucho que lleváramos nuestra “integración”, sólo despertaba la ira de la derecha populista, que apuntaba a mucho más que a nuestros colegas, y siempre de manera diferente. Sabía que las mentes débiles y estrechas buscaban el más mínimo pretexto para caricaturizarnos como inadecuados, peligrosos o amenazantes.

Mi trayectoria es sólo un testimonio entre otros del destino de los inmigrantes en Francia. Soy consciente de las dificultades que la sociedad ha puesto en nuestro camino, de las ilusiones de la meritocracia cuando sigue distorsionada por el elitismo social, de las discriminaciones y del racismo que no tienen nada residual. Para nosotros, las luchas por la igualdad son siempre más duras, más largas y más dolorosas. Pero, en una República que reivindica la igualdad y la fraternidad, hasta ahora eran posibles, se llevan a cabo con el refuerzo de la ley, la vigilancia de las asociaciones y sindicatos, el apoyo de los ciudadanos. Esto es todo lo que está amenazado mañana.

Todo estaba en gestación desde hacía mucho tiempo. ¿Cuántas veces, en los últimos años, hemos apretado los dientes ante los “grandes debates sobre la identidad nacional” que se convierten en grandes respiraderos xenófobos? ¿Cuántas veces hemos tenido que soportar la explotación permanente de la más mínima noticia para estigmatizar a las minorías en su conjunto en lugar de responsabilizar a sus autores y abordar seriamente sus causas? Como si la delincuencia, el fanatismo o la violencia contra las mujeres tuvieran en serio un color de piel.

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