El alto el fuego firmado entre Israel y Hezbolá puso fin a las hostilidades que sacudían al Líbano desde hacía más de un mes. En Nabatiyeh, ciudad estratégica del sur del país, las excavadoras han comenzado a limpiar las ruinas del antiguo zoco, uno de los lugares más afectados por los ataques israelíes.
Esta limpieza, que marca un primer paso hacia la reanudación de la actividad económica, revela el alcance de la destrucción y los desafíos que esperan a los residentes.
Desde que entró en vigor el acuerdo de alto el fuego, Nabatiyeh, como muchas otras ciudades libanesas, ha comenzado a sanar sus heridas. La antigua ciudad, fundada en la época otomana, fue casi arrasada por los bombardeos aéreos israelíes. La destrucción del zoco, centro neurálgico de la economía local, asestó un golpe mortal a los comerciantes y a la población. Esta operación de limpieza es un signo de esperanza, pero también un recordatorio de los colosales daños sufridos.
Ibrahim Salloum, propietario de una tienda en el antiguo zoco, habló de la situación. “Tenemos que reorganizar las cosas, no podemos quedarnos quietos, tenemos que reorganizar nuestras tiendas. Tenemos muchas tiendas en esta zona. Necesitamos saber cuál es el plan propuesto por la municipalidad, el comité, el gobierno, la resistencia (Hezbollah) y estaremos listos”. Los residentes esperan decisiones concretas de las autoridades locales para reiniciar sus actividades. La cooperación entre el municipio, los grupos locales y el gobierno libanés es esencial para definir un plan de reconstrucción.
Los desafíos son enormes. Según Mehdi Yousef, ingeniero que supervisa los trabajos de limpieza, la magnitud de la destrucción supera las expectativas. “La destrucción es muy triste y muy significativa. Es más de lo que habíamos imaginado. La duración de la reurbanización dependerá de las capacidades disponibles de nuestro gobierno o de los donantes. La voluntad es muy fuerte y confiamos en Dios y los esfuerzos del población.” A pesar del deseo de los libaneses de restaurar su ciudad, la falta de recursos y de apoyo externo constituye un obstáculo importante para una rápida reconstrucción.
La ciudad de Nabatiyeh, como otras regiones del sur del Líbano, sigue conmocionada. Más de 3.700 personas han muerto en el Líbano desde que comenzó el conflicto y cientos de miles más han sido desplazadas. Las tensiones siguen siendo elevadas y la situación humanitaria precaria. Si el alto el fuego trae un rayo de esperanza, el futuro sigue siendo incierto. La población teme más violencia antes de que se establezca verdaderamente una paz duradera.
Mientras tanto, los residentes de Nabatiyeh y otras ciudades devastadas esperan que los esfuerzos de limpieza ayuden a reconstruir algo parecido a la normalidad. Sin embargo, la estabilización del país y la reconstrucción de la infraestructura requieren la intervención de donantes internacionales y un apoyo sustancial del gobierno libanés. Si este alto el fuego es un primer paso hacia la paz, persiste la incertidumbre sobre su sostenibilidad y la región sigue siendo frágil.