El obituario de Gilles Devers escrito por Chems-Eddine Mohamed Hafiz es un ejemplo flagrante de cómo algunos optan por oscurecer la realidad. Hafiz, “rindiendo homenaje” en Devers, nunca menciona los compromisos inmorales de este individuo a favor de los separatistas del Polisario. El abogado de causas perdidas, durante mucho tiempo apologista de este movimiento armado apoyado por Argelia, era mucho más que un simple defensor de los derechos humanos. Fue un eslabón en una guerra por poderes librada por Argelia contra Marruecos y, sin embargo, Hafiz prefiere describirlo como un modelo de virtud y modestia. Esta sombra proyectada sobre el legado de Devers es una manipulación deliberada de la opinión pública.
Antes de casi una década, Argelia inició los trámites para la apropiación de la Gran Mezquita de París (GMP), que desde entonces se ha convertido en “una propiedad del Estado argelino a través de la Embajada de Argelia en París”un enfoque que se basó en una controvertida ley francesa que establece que“un país extranjero que financia una asociación de derecho francés puede, después de 15 años, reclamar la propiedad de esta entidad, como es el caso de la Gran Mezquita de París”. El primer lugar de culto musulmán construido en Francia continental, el GMP, cuya federación incluye un centenar de mezquitas, se ha convertido en zona de influencia de los servicios secretos argelinos.
Dudoso homenaje
Los términos utilizados por Hafiz para describir a Devers, su “voz tranquila” y su “implacable”son sólo elementos de fachada para enmascarar la realidad de su papel político bajo la supervisión financiera del régimen de Argel. Devers ha sido un abogado comprometido con los intereses geopolíticos que sirven a Argelia en su conflicto contra Marruecos. Este apoyo ciego a un movimiento separatista, ya sea motivado por principios u otras consideraciones, está lejos de ser objeto de un simple obituario emocional. La defensa de las tesis del Polisario nunca ha estado exenta de consideraciones diplomáticas y militares. Argelia encontró en Devers un valioso aliado en su lucha contra Marruecos. Las acciones de estos últimos, lejos de estar exentas de segundas intenciones, son inseparables de las acciones de un país que alimenta un odio visceral hacia el reino cherifiano. Pero Chems-Eddine Mohamed Hafiz, en su deseo de alabar “su amigo”omite cuidadosamente estas verdades incómodas.
Un lugar desviado de su función
Al mismo tiempo, otro hecho merece especial atención y muestra otra forma de influencia argelina: la Gran Mezquita de París. Este lugar, supuestamente un símbolo del Islam en Francia, está hoy infestado de agentes del servicio secreto argelino. Argelia, a través de su financiación y control indirecto, ha tomado insidiosamente el control de esta delicada institución. Con el pretexto de defender los derechos de los musulmanes, utiliza la mezquita para difundir sus ideas, reforzar su influencia y promover su guerra diplomática contra Marruecos.
El hecho de que Argelia financie la Gran Mezquita de París con varios millones de euros no es un simple gesto de apoyo religioso. Se trata de una maniobra estratégica destinada a controlar un importante símbolo del Islam en Francia, infiltrarse en sus estructuras y colocar allí agentes cuyo objetivo es difundir propaganda argelina. Los informes sugieren que miembros de los servicios secretos argelinos han desviado la mezquita de su función principal, manipulando así una institución que debería ser apolítica e independiente.
Esta situación se vuelve tanto más preocupante cuanto que la mezquita, de símbolo religioso, se ha convertido en un instrumento de presión política. Argelia no duda en utilizar este espacio de culto para imponer sus tesis, promover sus visiones y socavar las relaciones diplomáticas entre Francia, Marruecos y ella misma. Las autoridades argelinas saben muy bien que la mezquita es un lugar simbólico y explotan este activo para librar su guerra ideológica.
Argelia logró infiltrarse en la Gran Mezquita de París por medios sutiles pero poderosos. Al ejercer presión política y hacerse cargo de la gestión de esta institución, la convierte en un campo de juego para sus agentes, entre ellos Chems-Eddine Mohamed Hafiz que, al rendir homenaje a Gilles Devers, oculta los servicios prestados por el difunto a un movimiento separatista al servicio de Argelia. intereses.