Las herramientas digitales pueden y deben desempeñar un papel importante en el esfuerzo por erradicar la corrupción. Los gobiernos pueden utilizarlos para aumentar la transparencia, promover la rendición de cuentas y empoderar a los ciudadanos. Pero, como concluyó la reunión de la IACA, la tecnología por sí sola no puede garantizar el éxito. Los formuladores de políticas también deben comprometerse con medidas anticorrupción, demostrar liderazgo y visión y defender el estado de derecho.
Para empezar, la tecnología puede contribuir a la lucha contra la corrupción al permitir la digitalización de los servicios gubernamentales. Los pesados procesos burocráticos con demasiada frecuencia se convierten en caldo de cultivo para la corrupción. Las plataformas digitales que agilicen y automaticen estos servicios reducirían las interacciones cara a cara y, por tanto, las posibilidades de malversación de fondos. Por ejemplo, Estonia, pionera en gobierno electrónico, ha digitalizado casi todos sus servicios públicos, desde el pago de impuestos hasta el registro de empresas, proporcionando mayor transparencia y dificultando que los funcionarios corruptos exijan sobornos.
Los gobiernos también podrían utilizar la tecnología blockchain y la inteligencia artificial para identificar y prevenir la corrupción. Los sistemas de contratación pública basados en blockchain crearían un registro transparente e inmutable de los procesos de licitación. Además, los gobiernos han comenzado a utilizar la inteligencia artificial y el análisis de datos para detectar flujos financieros ilícitos que a menudo cuestan miles de millones de dólares en pérdidas de impuestos y aduaneros. La IA también podría detectar patrones y anomalías que podrían indicar corrupción, como transacciones financieras sospechosas o inconsistencias en los datos de adquisiciones públicas. Estas herramientas permiten una intervención temprana, que puede evitar que la corrupción crezca sin control.
Algunos de los mayores escándalos de corrupción del mundo han sido expuestos por denunciantes. Para que sea más fácil denunciar irregularidades, los formuladores de políticas deberían establecer sistemas cifrados que permitan a las personas denunciar incidentes de corrupción y soborno de forma anónima. Estas plataformas, combinadas con las redes sociales, permiten a los ciudadanos expresarse rápidamente y sin temor a represalias, presionando a los gobiernos y las empresas para que tomen medidas.
A pesar de los avances en las herramientas digitales para exponer la corrupción, la tecnología no puede impedir que los corruptos encuentren soluciones. Además, la brecha digital entre países ricos y pobres significa que los ciudadanos y funcionarios de los países en desarrollo a menudo carecen de acceso a herramientas anticorrupción cuando más las necesitan. Este problema es particularmente pronunciado en las zonas rurales, donde la corrupción tiende a estar más extendida y la gente no siempre tiene la alfabetización digital o los recursos para utilizar servicios de gobierno electrónico o plataformas de presentación de informes en línea.
Para que las herramientas digitales sean efectivas en la lucha contra la corrupción, quienes están en el poder deben tener las habilidades para detectar irregularidades y conocer las mejores prácticas. Para ello, Iaca ha centrado sus esfuerzos en programas de educación y capacitación. La ética y el razonamiento moral deben integrarse en los planes de estudios escolares desde una edad temprana. Los funcionarios públicos, los líderes empresariales y los agentes del orden deben recibir formación periódica sobre las medidas anticorrupción más efectivas y eficientes.
Del mismo modo, los gobiernos deben defender el Estado de derecho aplicando enérgicamente la legislación anticorrupción y cerrando los vacíos legales. Condenar a los actores corruptos requiere marcos legales sólidos, un poder judicial independiente y organismos encargados de hacer cumplir la ley, sin los cuales ni siquiera la mejor tecnología tendrá un impacto real.
Erradicar la corrupción es una de las luchas más importantes de nuestro tiempo y ahora contamos con un nuevo y poderoso conjunto de herramientas digitales. Pero si bien la tecnología puede ayudar a detectar y prevenir irregularidades, las leyes anticorrupción y las autoridades encargadas de hacerlas cumplir deben tener la autoridad para terminar el trabajo.
Azalina Othman Said, ministra adjunta del Primer Ministro de Malasia (Ley y Reforma Institucional), preside la Asamblea de Partidos de la Academia Internacional Anticorrupción en 2024.
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