Tan pronto como él le expresó sus sentimientos, ella creyó que estaría en buenas manos que la cuidarían y protegerían. De hecho, se encontró en las garras de un monstruo.
Esta estudiante de secundaria, de quince años, mira fijamente a su agresor, que está en el banquillo de los acusados, en la sala de lo penal del Tribunal de Apelación de Casablanca. Siendo todavía menor de edad, su madre, su tutora, está a su lado.
“Me dijo que me amaba y que se iba a casar conmigo”, balbuceó frente a los tres magistrados de la Corte. Cuando el presidente le pregunta si creyó en sus palabras, ella guarda silencio. ¿Cómo piensa una adolescente que aún tiene quince años sobre el matrimonio cuando debe continuar sus estudios y pensar primero en asegurar su autonomía personal y financiera?
Por otra parte, el acusado, de veintiséis años, procesado bajo arresto por malversación y atentado contra el pudor de un menor, negó los cargos que se le imputan. Explica al Tribunal que nunca conoció a la víctima y añade que la encontraba de vez en cuando en su barrio porque ella vive no lejos de su casa.
“Me envió una invitación por Facebook y la acepté”, afirmó el adolescente ante el tribunal, precisando que le pidió que se reuniera. El primer encuentro se remonta a dos meses antes de que él la atrapara en su red, según se desprende de sus declaraciones recogidas en el acta de su audiencia. Él también había hecho la misma declaración a la policía judicial, que lo detuvo e interrogó.
“Me obligaron a declarar lo que consta en el informe”, reclama ante el Tribunal mientras acusa a los investigadores de haberlo amenazado con maltratarlo. Pero el presidente le pregunta si firmó el acta de su audiencia sin estar obligado a hacerlo. “Sí”, responde. El Tribunal concluye que no hizo sus declaraciones bajo amenaza y que fueron sólo mentiras.
De hecho, según sus declaraciones recogidas en el informe, pidió a la víctima que lo acompañara a su casa sólo para presentarle a su hermana.
“Conocía a su hermana porque vivimos en el mismo barrio”, dijo la víctima, quien agregó que lo acompañó sin hacer preguntas.
En ausencia de sus padres, le pidió que durmieran juntos. Pero ella se negó y le explicó que tenía que esperar hasta que se casaran. Así mostró su verdadera cara. La arrojó sobre la cama mientras le apuntaba con un cuchillo a la cara. Amenazó con dejarle una cicatriz.
“Le rogué que me dejara sin tocarme”, continúa. Pero en vano. La desnudó y la sometió a varias agresiones sexuales sin hacerle perder la virginidad. Rápidamente acudió a su madre para contarle lo que le había pasado. Llevado a la comisaría, se interpuso denuncia y se detuvo al sospechoso.
Veredicto: Declarado culpable de los cargos que se le imputan, fue condenado a diez años de prisión penal.
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