Las cuestiones de equidad ante el calentamiento global están en el centro de los debates en Bakú, durante la COP29 sobre el clima. De hecho, se trata de una revalorización al alza de la financiación internacional para los países en desarrollo; son los que menos contribuyen al cambio climático pero los que más pagan por sus consecuencias. Más allá de los daños humanos y materiales, también deben afrontar pérdidas económicas y de productividad.
Si tenemos en cuenta únicamente las consecuencias de las olas de calor, 512 mil millones de horas de trabajo se perdieron a nivel mundial en 2023. Una cifra colosal que representa el equivalente a un año menos de trabajo para 170 millones de personas. Los trabajadores al aire libre, los más afectados, representan una cuarta parte de la población mundial. Entre ellos, son los del sector agrícola los que pagan el precio más alto, representando dos tercios de las horas perdidas.
Son los países más pobres los más afectados por el fenómeno. Los estados con el índice de desarrollo humano más bajo dependen más que otros de trabajo agrícola. Dentro de ellos, en promedio, cada trabajador perdió 200 horas el año pasado debido a las olas de calor, suficiente para reducir su PIB en 8 puntos. La situación es tanto más injusta cuanto que los países ricos, con el mayor índice de desarrollo humano, sólo han perdido 41 horas por trabajador: el equivalente al 1% de su PIB. En total, a escala global, se estima que estas horas perdidas equivalen a casi 800 mil millones de euros en ingresos perdidos para la economía global.
Cuando se trabajan las horas, las consecuencias no son más leves. La Organización Internacional del Trabajo estima que el calor excesivo es responsable de 23 millones de accidentes laborales al año en todo el mundo y de casi 20.000 muertes. yoÁfrica es el continente más afectado, con el 93% de su fuerza laboral expuesta.
Pensamiento poco avanzado
La idea de proteger contra los efectos del calor en el trabajo sigue siendo embrionaria, lamenta laOrganización Mundial del Trabajo. Se han identificado pocas iniciativas internacionales y la organización pide actualizar las regulaciones nacionales. Algunos países están avanzando en esta dirección al permitir que los trabajadores al aire libre cambien sus horarios en los días calurosos. También tenemos que hacer frente a una flagrante falta de datos: por ejemplo, se realizan muchos más estudios sobre salud pública que sobre salud laboral.
Sin embargo, podemos recordar la regla de oro en materia de prevención de riesgos: antes de pensar en equipar a las personas expuestas, lo más sencillo es eliminar el riesgo, o al menos mitigarlo. En este caso, el primer paso hacia la solución es seguir reduciendo las emisiones humanas de gases de efecto invernadero, principales causas del calentamiento global.
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