Al atacar la sede de la coalición Samm Sa Kaddou en mitad de la noche del primer día de la campaña electoral, PASTEF cruzó el Rubicón del deshonor, demostrando al mundo que la violencia forma parte de su ADN. Afortunadamente, Samm Sa Kaddou, una coalición fundamentalmente comprometida con la paz y la no violencia, pudo trascender esta provocación de otra época, al abstenerse de tomar represalias en el momento álgido del ataque. Los atacantes, pequeños en sus zapatos, se mueven con total impunidad, lejos de preocuparse. En Samm Sa Kaddou, el jefe de la lista nacional, Barthélémy Dias, como un caballero, siempre ha prohibido la violencia en el espacio político. A los ojos de la opinión pública, aparece a plena luz del día como un apóstol de la paz, un discípulo de Gandhi. “La violencia es el arma de los débiles”, dijo el otro. Esta es la razón por la que la coalición Samm Sa Kaddou aplazó su caravana en Louga y Saint-Louis para evitar colisiones. Esta postura creciente de esta coalición se convirtió muy pronto en el principal objetivo de los halcones del PASTEF, que ya no se reservan nada para lograr sus objetivos tácitos. En realidad, ante la apisonadora de Samm Sa Kaddou, PASTEF entra en pánico al ilustrarse con calumnias, invectivas y otras desviaciones del lenguaje, que justifican su descuido. En beneficio de todas estas observaciones, la coalición Samm Sa Kaddou asegura y tranquiliza. En última instancia, quienes eligieron amenazas y abusos de todo tipo para intentar desacreditar a Samm Sa Kaddou, la coalición de la esperanza, se enterarán de ello la noche del 17 de noviembre. Porque la arena política no es un campo de batalla para gladiadores. Los perros ladran y la caravana pasa.
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