Donald Trump, un fantasma arrastrado por su instinto político y su deseo de venganza

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Donald Trump, durante un mitin de campaña en Lancaster (Pensilvania), el 20 de octubre de 2024. BRIAN SNYDER/REUTERS

Probablemente nunca lo sabremos. ¿Pero no es Donald Trump el primero sorprendido por su victoria indiscutible en su tercera candidatura a las elecciones presidenciales? Paria en jefe tras el asalto lanzado por sus partidarios el 6 de enero de 2021 contra el Capitolio, el magnate logró un regreso improbable, plagado de trampas, rodeado durante mucho tiempo por un puñado de consejeros leales y su clan.

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A principios de 2021, Donald Trump era un hombre del pasado. Continuó difundiendo mentiras sobre el fraude electoral y negándose a reconocer su derrota. Criticó la caótica retirada de Afganistán, para la que, sin embargo, había sentado las bases mediante un acuerdo con los talibanes. No vio ningún mérito en los enormes planes legislativos aprobados por la administración Biden en el Congreso. Trump tomó la decisión de la Corte Suprema de poner fin al derecho federal al aborto en junio de 2022 como una victoria personal, pero su bando pagó el precio en las elecciones de mitad de período, cinco meses después. La ola roja anunciada fue un desplome, a pesar de la conquista de la Cámara de Representantes. Varios candidatos extremistas, apodados por Donald Trump, mordieron el polvo. Sin esperar, el expresidente anunció inmediatamente su nueva candidatura a las elecciones presidenciales.

Estaba enteramente configurado para un nuevo enfrentamiento, una venganza contra Joe Biden. Un intento de asesinato, del que escapó el 13 de julio en Pensilvania, pareció asegurarle una forma de invencibilidad. Pero la entrada en escena de Kamala Harris, unos días después, provocó un fuerte respiro a Donald Trump, que tuvo dificultades para encontrar las fórmulas adecuadas y los ángulos de ataque frente a este nuevo adversario. La campaña de Trump volvió a ser un espectáculo unipersonal, a menudo errático, sin una estrategia clara, aunque su compañero de fórmula, el senador JD Vance (Ohio), lo apoyó ardientemente, viajando por los estados cruciales.

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Entre bastidores, el equipo de campaña, liderado por los veteranos Susie Wiles y Chris LaCivita, controlaba todo lo que podía, después de tomar el control total del Comité Nacional Republicano a principios de este año. Este equipo convenció al magnate para que promoviera procedimientos de votación anticipada, en los que los republicanos tenían una desventaja decisiva. También buscó distanciarse del documento programático colectivo, Proyecto 2025, organizado por el grupo de expertos Heritage Foundation. Lo que más enfureció a Donald Trump no fue el contenido, incendiario y reaccionario, sino la sugerencia de que pondría música a las ideas de otras personas.

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