Varios miles de personas se reunieron para exigir “justicia y verdad” para las ocho víctimas de los derrumbes del 5 de noviembre de 2018.
Cuatro días antes de la apertura del esperado juicio por los derrumbes de la calle d’Aubagne, miles de marselleses exigieron “justicia, verdad” y vivienda “para todos” durante una emotiva manifestación este domingo 3 de noviembre.
Según el colectivo del 5 de noviembre, eran 3.000 coreando “todos somos hijos de Marsella” o exigiendo “justicia y verdad” para estos ocho inquilinos que murieron el 5 de noviembre de 2018 entre los escombros del 65 de la calle Aubagne.
Dieciséis acusados, copropietarios y un ex diputado del ex alcalde LR Jean-Claude Gaudin, serán juzgados a partir del jueves 7 de noviembre por este drama que puso de relieve la indiferencia y la inacción ante la lacra de la infravivienda.
“Digno frente a lo indigno”
Al llegar frente al “diente hueco” que daba paso a los edificios derrumbados, la procesión se detuvo para guardar un minuto de silencio. Los ojos se nublaron alrededor de Liliana Lalonde, la madre de Julien, una de las víctimas, que sostenía firmemente la foto de su hijo al frente de la procesión.
Y, como indica un panel homenaje colgado actualmente en esta calle de la ciudad de Marsella vigilada por una estatua de Homero, los habitantes son “dignos frente a los indignos”.
“Este juicio concierne a las familias de las víctimas, a las partes civiles y también a todos los marselleses. Es una oportunidad para nosotros de arrojar luz sobre las viviendas indignas, todavía queda mucho por hacer”, confió Kevin Vacher, uno de ellos. los miembros del colectivo, figura de esta lucha en Marsella.
“Los funcionarios electos tienen una responsabilidad particular en esta situación. Ellos arreglaron la ira de los habitantes en su momento”, añade, esperando en particular una sentencia de inhabilitación para Julien Ruas, este ex diputado de Gaudin, todavía elegido municipal, que estará entre los acusados en la apertura del juicio el jueves.
Entre la pobreza y el alojamiento turístico
Alexis Hellot vive en este barrio de Noailles desde hace cuatro años y ve cada día “el estigma” de la vivienda insalubre: para él “era” importante participar al menos en una marcha y estar informado.
Describe así “una atmósfera muy extraña”, entre edificios todavía bloqueados, otros renovados pero sin ocupantes, y en otros lugares “todavía hay muchos propietarios de barrios marginales” y “muchos Airbnb”.
“Pobreza y al mismo tiempo turistas con maletas sobre ruedas”, describe este neomarsellés de 36 años que, sin embargo, no renunciará a su traslado a la segunda ciudad de Francia.