Se llaman David Fritsche y Silvan Kraemer y proceden de St. Gallen y Einsideln (SZ). Hace siete años y medio se propusieron un desafío: deleitar a los habitantes de Washington con productos suizos. Y funciona. Su lugar se ha convertido incluso en un “destino” para los clientes locales, que aprecian, especialmente en invierno, cuando finalmente llega el frío, calentarse con una raclette o una fondue casera.
La zona se ha convertido en todo un atractivo a raíz del Covid. Silvan lo explica mejor: “Recuerdas… Era imposible comer dentro, todo se hacía para llevar. Y luego, al cabo de un tiempo, llegó esta autorización para ocupar el 25% de las plazas. Pero entonces tuvimos una idea, que acabó validándose: construir pequeños chalets para separar las mesas. A la gente le gusta. Mira esta tarde (nota del editor: jueves), ¡todas las plazas en los pequeños chalets están reservadas! Pero sólo tres en el resto del restaurante…”
Aunque hace bastante calor y mucha humedad, en el tórrido otoño de la capital americana, los dos alemanes instalaron tranquilamente la terraza y volvieron a rodar la película. Después de muchos viajes – David incluso visitó la Grappe d’Or en Lausana a finales del siglo pasado – ahora están en Washington, donde muchos suizos locales vienen a visitarlos, pero donde, sobre todo, supieron convencer. los lugareños para tratarlos.
“Después de un tiempo nos cansamos de trabajar para otros”, dice este residente de Schwyz que abandonó Suiza en 2001 tras una gran oportunidad de trabajo y que después no volvió a mirar por el espejo retrovisor. No había ningún restaurante suizo en la capital… Y hay bastantes suizos en la zona, que van y vienen porque aquí está la embajada de Suiza. Pero también tenemos una gran clientela local que viene de lejos en busca de queso”.
Los aproximadamente 28 grados de este fin de semana no enfriaron a los valientes de ese día. Ubicado en H Street, un gran kilómetro al este de la estación, The Stable DC también vale la pena el viaje para expatriados o turistas de paso. Por supuesto, podrán encontrar su raclette o fondue favorita. Pero también hay vino local: no mucho Vaudois, ¡demasiado caro para importarlo! -, el reglamentario Rivella, y algunos cócteles a base de absenta, con la fuente que va bien.